Thursday, October 08, 2009

Espacio Sagrado


Lucas 11:5-13
Jesús les dijo: "Supongan que uno de ustedes tiene un amigo y va a medianoche a su casa a decirle: "Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha llegado de viaje y no tengo nada que ofrecerle". Y el otro le responde a usted desde adentro: "No me molestes; la puerta está cerrada y mis hijos y yo estamos ya acostados; no puedo levantarme a dártelos". Yo les digo: aunque el hombre no se levante para dárselo porque usted es amigo suyo, si usted se pone pesado, al final le dará todo lo que necesita. Pues bien, yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen a la puerta y les abrirán. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla y al que llame a la puerta, se le abrirá. ¿Habrá un padre entre todos ustedes, que dé a su hijo una serpiente cuando le pide pan? Y si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!".
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Nos puede parecer que hemos estado llamando a la puerta de Dios, durante años en la oración, por nosotros mismos o para alguien más, y puede que nos hemos cansado de pedir. ¿Qué significa eso que siempre recibimos?

La oración siempre es oída por Dios; pero no siempre responde como quisiéramos. Nos podemos preguntar lo que recibimos por llamar a la puerta de Dios, o por pedir durante años. Recibimos algo del amor de Dios y del Espíritu Santo cada vez que oramos.

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