Sunday, May 27, 2012

Comentario de José María Maruri S.J. QUE EL ESPÍRITU LO OXIGENE TODO Y NOS LLENE DE AMOR



QUE EL ESPÍRITU LO OXIGENE TODO Y NOS LLENE DE AMOR

Por José María Maruri, S.J.

1.- Puertas y ventanas cerradas, llenos de miedo a los de fuera del grupo, separados de los que no piensan como ellos, incomunicados para no contaminarse, así están los discípulos. Y lo mismo aparece, tanto en la escena del Evangelio como en la de los Hechos de los Apóstoles.

Y el Espíritu Santo se presenta violento como queriendo echar abajo esas paredes que encierran a los suyos, y en las que parecen emparedarlo a Él mismo.

Y el Espíritu de Jesús se derrama sobre la primera iglesia de forma tan escandalosa que al oír el ruido acudieron en masa los habitantes de Jerusalén.

Es la postura del Espíritu totalmente opuesta a la actitud de gueto y de sacristía de los discípulos. Pero aquellos discípulos son dóciles y se dejan arrastrar por el vendaval del Espíritu, y abren puertas y ventanas, y salen a fuera, y al contacto con la gente que no sé da cuenta de que ese Espíritu es amor y que ese amor hace que todos los pueblos entiendan el mensaje de amor que Jesús les dejó y que ahora predican bajo el soplo del Espíritu. Y cada uno lo entiende en su lengua y en su cultura.

Y es que el Espíritu, como Jesús, no impone más que una sencilla ley, la ley del amor, de la fraternidad, ley que todos entienden.

Muchos pueblos, muchas personas no entienden a la Iglesia Católica, pero todos entienden la ley del amor de la Madre Teresa de Calcuta, hoy “casi” santa.

Muchas personas no entienden al Vaticano, pero todos entienden el mensaje constante de paz y amor que predica el Santo Padre.


2.- Jesús nos dejó dicho que el Espíritu sopla y no sabéis de donde viene y a donde va. Y cuántas veces hemos querido señalarle caminos del Espíritu, le hemos querido encerrar en leyes humanas, que es como querer enjaular entre barrotes de oro al viento del huracán.

Ni Jesús, ni el Espíritu nos piden permiso para entrar o salir. Ni están dispuestos a encerrarse con nosotros en nuestras jaulas. El Espíritu es amor como Dios que es, y al amor no se le puede encerrar. 

El Espíritu ha venido a enseñar, no a que le enseñen, y Él enseña de lo hondo del corazón a quien quiere y está allí donde quiere.


3.- ¿Y dónde está?

-- Allí donde hay un corazón inocente, incapaz de engaño o maldad, allí está el Espíritu Santo.

-- Allí donde nace un amor sincero, sin dolo, limpio y alegre, allí está el Espíritu Santo, allí está el Espíritu Santo.

-- Allí donde un fuego arrebatado en venganza se convierte en brisa suave y honda de perdón, allí está el Espíritu Santo.

-- Allí donde la indiferencia egoísta y helada hacia el hermano se transforma en cálida acogida, allí está el Espíritu Santo.

-- Allí donde se toma una decisión heroica en la honda paz del corazón, allí está el Espíritu Santo.

-- Allí donde una frase de la Escritura cien veces más oída de repente nuevo sentido, allí está el Espíritu Santo.

-- Allí donde ni razas ni lenguas crean fronteras entre los hombres, allí está el Espíritu Santo.

Abramos puertas y ventanas del corazón para que el Espíritu de Jesús entre y lo oxigene todo y nos llene de amor. Abramos puertas y ventanas del corazón para que el Espíritu de Jesús entre y lo oxigene todo y nos llene de amor. Ese amor nos hará comprender a todos y que todos nos comprendan.Y durará hasta la consumación de los siglos.

Betania

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