Wednesday, July 18, 2012

Meditando con los santos y beatos del día: S. BRUNO DE SEGNI



Hoy, 18 de julio, la Iglesia conmemora el nacimiento para el cielo de SAN BRUNO, en el aniversario de su santa muerte ocurrida en un día como hoy de 1123 en Segni, Lazio, Italia. Oriundo de Soleria, en el Piamonte, Italia, hacia 1047, fue monje benedictino, Obispo de Segni y fecundo escritor y orador. En 1181 el Papa Lucio III le proclamó Santo. Unidos, pues, a la familia benedictina y a cuantos hacen de su de su vida una defensa de la Iglesia, celebremos con gozo su fiesta.
  
Meditación
Mi cuna se meció en un hogar de la nobleza italiana. Inicié mis estudios en Bologna y luego en Siena. Luego pasé a Roma en donde tuve mi primera experiencia fuerte de Iglesia. Asistí al Concilio contra el hereje Berengario. Aquí inicié una relación estrecha con el Papa Gregorio VII y él tuvo a bien nombrarme Obispo de la ciudad de Segni y de confiarme diversos encargos. Me sentía honrado con ésta confianza de santo Padre hacia mi persona. Esta confianza me alentó para lanzarme al combate. La lucha de las investiduras. No podía aceptarse que los reyes y autoridades civiles sean los que nombraban a las autoridades religiosas, y solo por amistad o interés. Con Gregorio VII y luego con Víctor III, Urbano II y Pascual II me mantuve en este frente de batalla. Tanto con la pluma como con la acción dimos batalla. Y creo que se logró alguna cosa. Al menos que se viera claramente la posición de la Iglesia. Acompañé a Urbano II a Francia pero al volver viví mi primera dura experiencia. Arnulfo, Señor de Segni, por motivos oscuros y de envidia, empezó a perseguirme, logrando enviarme a la cárcel. Para mi esto fue muy duro, pero lo acepté por amor al Evangelio. Cuando fui liberado, consideré oportuno retirarme a Montecasino, y ser monje benedictino, conservando el cargo de Obispo. A pesar de las muchas dificultades, nunca me tiré para atrás. Incursioné en el campo de la angiografía, la polémica, la teología, la oratoria y la liturgia. Pero el desafío más difícil fue cuando me opuse al tratado con privilegios especiales entre el emperador Enrique V y el Papa Pascual II. Incluso me atreví a escribir una carta al Papa, amenazándolo con destituirle. Después me di cuenta que me excedí en esa carta, pero los hechos demostraron que había tenido razón. El concilio Luterano anuló esos privilegios concedidos al emperador. En fin, mi carácter, para la gloria de Dios.

Radio Vaticano

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