Saturday, November 04, 2017

Fin de la intriga: una indisposición subestimada llevó a la muerte a papa Luciani por Andrea Tornielli



La verdad en un libro: la misma noche del fallecimiento el Pontífice sufrió un fuerte dolor en el pecho. Pero el mismo Juan Pablo I no quiso advertir a su médico

CIUDAD DEL VATICANO
Por primera vez gracias a una documentada investigación, fascinante
como una investigación policial y cuidada como una investigación
histórica, se aclara definitivamente las circunstancias de la muerte de
Juan Pablo I, que en 1978 reinó solo 33 días: poco antes de cenar por
última vez, el Papa tuvo una indisposición física que fue subestimada.
Llega a las librerías el martes 7 de noviembre un libro que, basado en
documentos y entrevistas inéditas, pone fin a la intriga que rodea la
desaparición del Pontífice veneciano. El cardenal secretario de
Estado, Pietro Parolin, firma la introducción y se titula ’Papa Luciani.
Crónica de una muerte’ (Piemme, pp. 252, 17 euros). Lo ha escrito
la periodista Stefania Falasca, vice-postuladora de la causa de
canonización, que ha interrogado a testigos inéditos y ha tenido acceso
a archivos secretos de la Santa Sede y registros clínicos. 


’Papa Luciani. Crónica de una muerte’,Piemme, pág. 252, 17 euros, ha sido
escrito por la periodista Stefania Falasca. Será publicado el martes
7 de noviembre) noviembre) 
 

Sor Margherita  
Se llama sor Margherita Marin, hoy tiene 76 años y en esa época, era la
más joven religiosa véneta al servicio del Papa. Fue ella quien entró, con
el alba del 29 de septiembre de 1978, en el dormitorio de Juan
Pablo I justo después de sor Vincenza Taffarel, la anciana religiosa que
durante más de 20 años asistió a Luciani. Es ella quien explica por primera
vez lo que ocurrió en las horas precedentes a la muerte repentina del Papa.
Es ella quien desmiente que tuviera fatiga o fuera agobiado por el peso
de la responsabilidad: “Lo vi siempre tranquilo, sereno, lleno de
confianza, seguro”. Es ella quien confirma que no seguía dietas particulares 
y que comía lo que comían los demás. Así Juan Pablo I transcurrió sus
últimas horas de vida, la tarde del 28 de septiembre: “Estaba planchando
en la habitación con la puerta abierta y lo vi pasar varias veces. Caminaba
en el apartamento con varios folios en la mano que estaba leyendo. Recuerdo
que viéndome planchar me dijo: “Hermana, os hago trabajar tanto...pero
no se preocupe en planchar tan bien la camisa porque hace calor, sudo y
tengo que cambiarla a menudo. Planche solo el cuello y los puños, que el
resto no se ve...”.  

El lecho de muerte  
A través de las declaraciones cruzadas, entre las cuales está la del
ayudante de cámara Angelo Gugel, sale a la luz la indisposición que
Luciani tuvo aquella noche, poco antes de la cena, mientras rezaba
con el secretario irlandés John Magee. Sobre ésta habla un documento
hasta hoy secreto, redactado en los días sucesivos a la muerte. Lo
ha escrito Renato Buzzonetti, primer médico que acudió al lecho de
muerte del Papa. En el detallado informe que envía a la Secretaría de
Estado el 9 de octubre de 1979 se habla del “episodio de dolor
localizado en la parte superior de la región esternal, sufrido por el
S. Padre hacia las 19.30 del día de la muerte, prolongado durante
más de cinco minutos, que se verificó mientras el Papa estaba
sentado y preparado para rezar con el padre Magee y retrocedió
sin ninguna terapia”. Es una declaración decisiva porque
corresponde con la rapidez de la muerte: no fue abierta la Farmacia
vaticana y no fue advertida sor Vincenza, que era enfermera y que
justo esa noche habló al teléfono con el médico del Papa, Antonio
Da Ros, residente en la calle Vittorio Veneto, sin hacer
referencia a la indisposición. A Luciani no le suministraron por tanto
fármacos, no fue llamado ningún médico para hacerle un control, a
pesar de que el nuevo Papa sufrió un fuerte dolor en el pecho,
síntoma del problema coronario que esa misma noche le paró el
corazón. En su declaración el padre Magee ha contado que fue el
mismo Pontífice el que no quiso advertir al doctor. Buzzonetti será
informado sólo el día después, delante del cuerpo sin vida sobre la cama.  

El descubrimiento  
El libro de Falasca, gracias a los nuevos testigos, saca a
a luz algunas contradicciones de los dos secretarios particulares
del Pontífice durante sus declaraciones. Don Diego Lorenzi, el sacerdote
que había seguido Luciani desde Venecia, no estaba presente en el
momento en el que el Papa se sintió indispuesto en la capilla. Y la noche
del 28 de septiembre, justo después de la cena, dejó el apartamento.
Juan Pablo I, asegura sor Margherita Marin en el sumario de la
causa, había decidido sustituirlo. La mañana del 29 de septiembre
no fueron los secretarios quienes encontraron el cuerpo del Pontífice
sino sor Vincenza y sor Margherita. El Papa no había tocado el café
que habían dejado para él en la sacristía a las 5,15 y por eso sor Vincenza
después de haber llamado varias veces a la puerta, entró en la habitación
y dijo: “Santidad, ¡usted no debería gastarme estas bromas!”. La
religiosa tenía, de hecho, problemas de corazón. “Me llamó impresionada
 –cuenta sor Margherita-- entonces entré y le vi yo también... Toqué
sus manos, estaban frías, y me llamaron la atención sus uñas un poco
oscuras”.  

Las dudas de los cardenales  
Entre los documentos inéditos en el apéndice del libro están recogidos
los registros clínicos en los que se evidencia que ya en 1975, durante
un ingreso hospitalario, le había sido diagnosticada la mínima
patología cardiovascular tratada con anticoagulantes y considerada
resuelta. E incluye las preguntas que los cardenales que quisieron hacer
antes del nuevo cónclave, en la más absoluta discreción, a los médicos
que habían atendido al Papa con motivo del embalsamiento. Los
purpurados a través de la Secretaría de Estado preguntan si “el
examen del cuerpo” permitía “excluir lesiones traumáticas
de cualquier naturaleza”; si era correcto el diagnóstico de “muerte
repentina” y finalmente preguntaron: “¿La muerte repentina es siempre
natural?”. Dudas serias y significativas: los cardenales no excluían a
priori la hipótesis de una muerte provocada. Desmentida sin embargo
por los médicos.  


El documento sin fecha enviado por la Secretaría de Estado (probablemente
el 10 o el 11 de octubre de 1978) al doctor Renato Buzzonetti, con las
preguntas que los cardenales quisieron hacer a los médicos
que habían embalsamado el cuerpo del Papa 
 

Beatificación, a punto de llegar el ’ok’ definitivo  
El martes 7 de noviembre, el mismo día que se publicará el libro
de Falasca, el Vaticano celebrará una sesión ordinaria de cardenales
y obispos de la Congregación para la causa de los santos: están
llamados a pronunciarse sobre “la heroicidad de las virtudes” de Albino
 Luciani. Aquel mismo día o el día después se anunciará la firma del 
decreto de Papa Bergoglio. Mientras tanto hay en la actualidad dos 
procesos sobre presuntos “milagros” atribuidos a la intercesión d
el Pontífice véneto. La beatificación está cada vez más cerca.  


El informe médico de Albino Luciani, patriarca de Venecia, durante su ingreso
en el hospital en diciembre de 1975 por una “trombosis venosa retiniana”
en el ojo izquierdo
  

Vatican Insider

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