“Cuando el mercado mejore subirán los salarios; no es cuestión de acuerdos”. Esto, que afirma un empresario de renombre, la he releído varias veces para poder entender el trasfondo de lo que en ella se dice.
Ya de entrada, con esa contundente esperanza de que “cuando el mercado mejore”, me ha venido a la cabeza esa otra afirmación de que “el mercado se regula solo”. La verdad es que tengo que confesar que, tales sentencias me dejan desconcertada, pues no conozco a ese Sr. Mercado al quien todos aluden cuando no se sabe cómo explicar la situación laboral de nuestro país, bueno…, y de todo el mundo.
Claro, que también puede ser una forma de hablar. Porque explicar el entramado económico y financiero a profanas como yo, puede resulta ardua tarea y complicadísimo de simplificar para las que sólo vivimos el día a día.
Puede que por ello se utilice un término genérico, global y comprensible como Mercado. Pero al querer hacerlo entendible lo vuelve contradictorio, porque, por un parte, se vuelve abstracto al no especificar su verdadero nombre y apellido; y por otra, se le atribuye acciones que, supuestamente, alguien tiene que hacer.
Esto es lo que más me trae de cabeza, si no es nadie en concreto cómo puede hacer algo que afecta tanto a las personas y sus vidas. Cómo puede decidir cuánto cobrará una persona por el trabajo realizado, qué variables utiliza para pagar a unos más que a otros. Cómo es que tiene tanto poder ese Sr. tan escurridizo.
Qué le lleva a pagar un 40,3% menos a las mujeres que a los hombres por un mismo trabajo. Qué le hace suponer que el 20% de los asalariados que gana menos de 1000€ al mes va a vivir dignamente con ese sueldo.
Detrás de “mercado” se esconden todos aquellos que juegan a ser dioses en el mundo financiero, económico, laboral y político. Que reclaman regular, algo que dicen que se regula solo, con alguna ley que les siga ganando la partida y, a la vez, manteniéndose en el anonimato.
Las reglas de este juego, un monopoly a lo bestia, las ponen unos cuantos que dicen que “no es cuestión de acuerdos”. Claro, lo mejor es no tocar nada, no vaya a ser que mediante el diálogo tomemos conciencia de la injusta situación que viven muchas personas y nos veamos responsablemente obligados a cambiarla.
¡Cuánto se enfadaría el Sr Mercado!
Pino Trejo
entreParéntesis
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