El Papa propone a las familias de hoy la ayuda de Santa Mónica y San AgustínEn su intervención de este domingo, antes de rezar el Ángelus
Haciéndose cercano al sufrimiento de las madres por el extravío de sus propios hijos, Benedicto XVI propuso este domingo, e hizo actual, el modelo de oración perseverante y de búsqueda de la verdad de dos grandes figuras de la Iglesia, madre e hijo: Santa Mónica y San Agustín.
Ambos vivieron en el siglo IV, pero «sus testimonios pueden ser de gran consuelo y ayuda para muchas familias también de nuestro tiempo», reconoció el Papa, calurosamente acogido por los peregrinos que colmaron el patio de la residencia pontifica de Castel Gandolfo.
De Santa Mónica, a quien la Iglesia recuerda el 27 de agosto, Benedicto XVI recalcó su manera ejemplar de vivir «su misión de esposa y madre»: por un lado ayudando a su marido Patricio «a descubrir la belleza de la fe en Cristo y la fuerza del amor evangélico», y por otro, cuidando valientemente de sus hijos al enviudar precozmente.
San Agustín mismo, quien al principio hizo sufrir a su madre con su temperamento rebelde, reconocía que ella le había engendrado dos veces. «La segunda –recalcó el Papa- requirió una larga tribulación espiritual, hecha de oración y de lágrimas, pero coronada al final por la alegría de verle no sólo abrazar la fe y recibir el Bautismo, sino también dedicarse enteramente al servicio de Cristo».
«¡Cuántas dificultades existen también hoy en la relaciones familiares y cuántas madres están angustiadas porque sus hijos se encaminan por senderos equivocados!», lamentó Benedicto XVI.
A todas esas madres invita Mónica «a no desanimarse, sino a perseverar en la misión de esposas y de madres -propone el Santo Padre-, manteniendo firme la confianza en Dios y agarrándose con perseverancia a la oración».
En su adolescencia, Agustín «se lanzó» «a la belleza terrena» «de manera egoísta y posesiva con comportamientos que crearon no poco dolor en su piadosa madre», apuntó el Papa.
En un «fatigoso itinerario», y con ayuda de la oración de su madre, «Agustín se abrió cada vez más a la plenitud de la verdad y del amor», y al final, «no sin una larga tormenta interior, descubrió en Cristo el sentido último y pleno de la propia vida y de toda la historia humana», prosiguió.
Por eso Agustín –cuya memoria celebra la Iglesia el lunes- es «modelo del camino hacia Dios, suprema Verdad y sumo Bien», describió el Papa. Y expresó su deseo de que San Agustín obtenga también para nosotros «el don de un sincero y profundo encuentro con Cristo», especialmente «para todos aquellos jóvenes que, sedientos de felicidad, la buscan recorriendo caminos equivocados y se pierden en callejones sin salida».