Mire el pasado con mirada complaciente. Contémplelo todo sin hostilidad. Aquello que sucedió en la primavera de su infancia, en los años procelosos de su juventud, los primeros desengaños que le dolieron tanto, aquel fracaso, aquella decisión injusta y arbitraria que tomaron sobre su vida, aquella crisis, aquel hecho que nunca quisiera recordar, aquellas personas que influyeron negativamente, aquella equivocación...¡Todo está consumado!
Acéptelo todo, agradecido. asuma su historia, con las manos emocionadas, para depositarla en los brazos queridos del Padre, como una ofrenda oblativa de amor.
Hubiera querido, dice usted, tener un caracter encantador, saber reaccionar suavemente, saber mantenerse equilibrado y constante, vivir alegre, sentirse optimista, experimentar la existencia como un espléndido regalo.
Entretanto usted dice que se siente como aquel que arrastra una cadena, vienen sobre usted las melancolías y no las puede despejar; se apoderan las depresiones maníacas y su alma se parece a un pequeño infierno, a veces nada le alegra y no sabe por qué, todo le entristece y no sabe por qué... Nació así y morirá así.
No se entrizca por eso. Tome en sus manos, manos de cariño, su estructura personal y deposítela, como ofrenda oblativa de amor, en los brazos del Padre, diciendo:
Acepto y amo ésta es mi persona, porque Tú eres mi Padre
Ignacio Larrañaga
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