Thursday, May 17, 2007

Un momento para la oración


Hechos, 18, 1-3
Tiempo después Pablo dejó Atenas y se fué a Corinto. Allí se encontró con un judío llamado Aquila, natural del Ponto, que acababa de llegar de Italia con su esposa Priscila, a consecuencia de un decreto del emperador Claudio; porque todos los judíos habían recibido la orden de abandonar Roma. Pablo se acercó a ellos, pues eran de su mismo oficio y se dedicaban a fabricar tiendas. Y se quedó a vivir y a trabajar con ellos.
¿Qué me está diciendo el Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

Aquí encontramos un bienvenido recordatorio del estilo de vida de Pablo.
Como un Rabí judío debía tener un oficio, para no tener que recibir dinero por sus enseñanzas y prédicas, sino que ganar su propio sustento.
Amar el trabajo, decía el dicho.
Si no enseñas a tu hijo un oficio, le enseñas el robo.
El estudio de la ley junto al estudio del comercio es conveniente, pues la práctica de ambos hace que el hombre se olvide de la inequidad.
Toda ley no acompañada del trabajo, al final fracasa y genera inequidad.
¿Cómo valorizo yo a las personas en cuyo trabajo yo dependo?
De Espacio Sagrado

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