Monday, July 14, 2008

Al anochecer, los invitamos a tener un encuentro con el Señor de la Vida


Mateo 10:34-11:1
Jesús dijo: "No piensen que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada. Pues he venido a enfrentar al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra. Cada cual verá a sus familiares volverse enemigos. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí. El que no carga con su cruz y viene detrás de mí, no es digno de mí. El que vive su vida para sí la perderá, y el que sacrifique su vida por mi causa, la hallará. El que los recibe a ustedes, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá recompensa digna de un profeta. El que recibe a un hombre justo por ser justo, recibirá la recompensa que corresponde a un justo. Asimismo, el que dé un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, porque es discípulo, no quedará sin recompensa: soy yo quien se lo digo". Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, se fue de allí para predicar y enseñar en las ciudades judías.
¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

¿No es extraño que podamos salvar nuestra vida si la perdemos?
Es como si perdiéramos todo nuestro dinero si lo ahorráramos.
De lo que se trata es que cuando nuestros esfuerzos son dirigidos hacia el bien de los demás, en vez de nuestro bien, nuestra vida se fortalece y se realza.
La persona centrada en sí misma queda atrapada en el control y el cuidado de su propio ser.
Jesús es todo lo contrario - entrega lo mejor de sí mismo para la mejora de otros.
La oración nos ayuda a que esto nos suceda a todos.
Espacio Sagrado

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