La recducción al estado laical del obispo Lugo, elegido recientemente presidente de Paraguay da que pensar. Primero por el hecho insólito de que un obispo se presente a las elecciones presidenciales de un país. Segundo, porque la Santa Sede le ha facilitado las cosas al aceptarle la reducción al estado laical rápidamente.
Todo el mundo sabe las dificultades que desde Juan Pablo II se habían puesto a los sacerdotes que pedían las dispensas. También recordamos las condenas y regañinas a los curas que se metían en política, por ejemplo en Nicaragüa: la famosa foto del papa Wojtyla con el dedo amenazante a Ernesto Cardenal, por ejemplo. ¿Por qué se acepta aquí rapidamente? Una vez más se trata de pura e inteligente diplomacia vaticana.
Resulta que por primera vez en la historia un obispo se presenta a las elecciones democráticas de un país, donde además ha reinado la corrupción y un solo partido, y las gana. ¿Le interesa a la Iglesia enemistarse con el nuevo presidente, que además es un sacerdote, un obispo, un miembro destacado de su comunidad? Tras la primera condena se ha apresurado a arreglar las cosas. No sé si Lugo volverá o no tras su mandato al ministerio sacerdotal y epsicopal. Me temo que va a ser difícil, sobre todo si pone en práctica una de las posibilidades que le da su nuevo estado laical, que es casarse.
Hay otro aspecto de pura hipocresía. Casi nadie sabe que existe aquí en Europa un obispo en ejercicio que es presidente de un país. Se trata del obpispo de la Seo de Urgel, que es copresidente de Andorra con el presidente francés de turno. Es una reliquia medieval y un paìs minúsculo, de acuerdo; pero es obispo y presidente.
Lo que sí está claro que un pobre curilla que intenta conseguir esta dispensa lo ha tenido muy crudo hasta ahora. Cosas de las vida.. .y de la santa madre Iglesia.
Pedro Miguel Lamet SJ
Del blog "El alegre cansancio"
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