"La santidad no es un lujo, no es un privilegio de pocos, sino la vocación universal de cada bautizado". De este modo, en la audiencia general, Benedicto XVI se dirigió a los fieles reunidos en el patio de Castel Gandolfo. El encuentro del pasado 20 de agosto dio al Papa la ocasión de recordar algunos excelentes ejemplos de santos y beatos. San Bernardo de Claraval; abad y doctor de la Iglesia; san Pío X, Papa; santa Rosa de Lima y san Juan Eudes, promotor de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y María.
Muchas teclas que componen un mosaico de santidad, capaz de orientar el camino de los fieles de hoy. La santidad, de hecho, se "ofrece a todos, aunque no todos los santos son iguales". No necesariamente un santo debe tener carismas extraordinarios. "Hay algunos, continuó el Santo Padre, que sólo Dios conoce, porque en la tierra tuvieron aparentemente una existencia normal". "Sólo cuando se está en contacto con el Señor, se llena uno de su paz y de su alegría y se está en grado de difundir por todas partes serenidad, esperanza y optimismo", añadió.
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