Thursday, October 15, 2009

Chile: Misa en memoria de Arzobispos de Santiago fallecidos


En el día del fallecimiento del Cardenal Juan Francisco Fresno, el Cardenal Francisco Javier Errázuriz, presidió una misa en la Catedral Metropolitana, en la tarde del miércoles 14 de octubre, por el eterno descanso de los Arzobispos y obispos fallecidos de la Arquidiócesis de Santiago.
Durante la eucaristía se oró en forma especial por los cardenales José María Caro Rodríguez, Raúl Silva Henríquez, Juan Francisco Fresno Larraín y Carlos Oviedo Cavada.
La misa, presidida por el Cardenal Errázuriz, fue celebrada por Monseñor Andrés Arteaga, Obispo Auxiliar; el Deán de la Catedral, Monseñor Juan de la Cruz Suárez; el canónigo Padre Pedro Narbona; el Vicario de la Zona Oeste, Monseñor Héctor Gallardo, y el Padre Guillermo Greene.
“Estamos recordando a obispos que fueron pastores de esta arquidiócesis y lo hacemos con mucha gratitud”, dijo el Cardenal Francisco Javier Errázuriz en su homilía. Agregó que “uno recuerda de qué manera el Señor se hizo presente en ellos, pasó por nuestra tierra, de qué manera se preocupó de dar pan a los hambrientos, de visitar a los encarcelados, de hacer que hubiera justicia cuando no la había y, por eso mismo, nuestro corazón está lleno de gratitud”.
Refiriéndose a los textos bíblicos proclamados, señaló que “tenemos la certeza de que esta morada que tenemos en este mundo se va a desmoronar algún día, en nuestro propio cuerpo mortal, pero tenemos la seguridad aún mayor de que tenemos una casa en el cielo, hecha por Dios, preparada por Él”.
El Cardenal Errázuriz expresó luego su deseo de que “podamos, con sinceridad de corazón, decir ‘yo he querido agradar a Dios mi Padre, seguir los caminos de Jesucristo, agradar también a mis hermanos’. ¿Cómo agradarlos? Lo dice expresamente el evangelio de San Mateo: cuando nosotros visitamos a los enfermos, damos pan al hambriento, bebida al sediento; cuando visitamos al encarcelado, cuando abrimos nuestro corazón y nuestra patria a los que son forasteros. En este momento, Dios dice que nos va a entregar como herencia esa casa que nos tiene reservada desde el comienzo de la existencia”.
Finalmente, el Arzobispo de Santiago afirmó que “Dios quiere que cada uno de nosotros, en nuestras necesidades, en nuestras propias tribulaciones podamos tener esta experiencia del amor misericordioso de Dios y que nosotros hagamos lo mismo con los demás”.
Terminada la eucaristía todos los presentes bajaron a la cripta, donde se encuentran los restos de los arzobispos fallecidos, para rezar un responso que presidió el Cardenal Francisco Javier Errázuriz.

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