Tuesday, April 06, 2010

Espacio Sagrado



Juan 20, 11-18
En aquel tiempo, fuera, junto al sepulcro, estaba María, llorando. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies, donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto." Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús, de pie, pero no sabia que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré." Jesús le dice: "María!" Ella se vuelve y le dice: "Rabboni!", que significa: "Maestro!" Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: "Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios vuestro."" María Magdalena fue y anunció a los discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto."




¿Qué me estás diciendo, Señor?
Reflexiones sobre la lectura de hoy

"Mujer, porqué lloras?", preguntan los ángeles. Porqué llora María? Por lo que ha perdido, o quizás por imaginarse lo que su amigo ha debido de sufrir? Qué es lo que busco en mi relación con Jesús?

Jesús dijo que sus ovejas lo reconocerían cuando llamara sus nombres. María reconoce a Jesús cuando Él la llama por su nombre. ¿Puedo escucharlo decir mi nombre? ¿Qué experimento en este precioso momento del encuentro?

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