Los escaparates de las confiterías se llenan estos días de “monas” de Pascua, los pasteles típicos de Cataluña para la celebración de la Resurrección de Jesús. Los niños se suelen quedar maravillados al contemplar esos pasteles y las figuras de chocolate que suelen ser reproducciones de sus héroes favoritos. Los mayores además de contemplar los dulces vemos un poco más allá y podemos pensar en cuanto significan esos dulces.
Pascua es un tiempo especial en todo. La naturaleza vestida ya de primavera nos invita a contemplar la vida que renace después del invierno con un esplendor que se nos hace cada año nuevo. Los cristianos, después del tiempo de Cuaresma y de Semana Santa, iniciamos el tiempo litúrgico de Pascua. La Resurrección de Jesús es la mayor celebración del año, porque como dice San Pablo, si Cristo no hubiese resucitado, nuestra fe sería vana, si más allá de su Pasión y Muerte Jesús no hubiese resucitado, nuestra vida habría perdido todo su sentido.
Pero esta de Pascua fiesta nos queda a veces como empequeñecida por el ir y venir de los acontecimientos de cada día, y es que no sabemos traslucir en nuestra vida cuanto significa la Resurrección de Jesús. Su paso de la muerte a la Vida es una invitación para la etapa nueva que se nos ofrece, puede ser un tiempo para modificar actitudes, para intentar vivir con fidelidad cuanto aprendemos en el Evangelio.
Si la cuaresma ha significado un tiempo de conversión, tiempo para reconocer nuestra lejanía del Señor, la Pascua es el inicio de un tiempo nuevo, un tiempo durante el cual podremos hallar sin duda los medios necesarios para vivir en plenitud nuestro compromiso de bautizados.
Texto: Hna. Carmen Solé
¡FELIZ PASCUA A TODOS LOS LECTORES!
Mi Vocación
RD
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