sábado, 04 de junio de 2011
Ante la representación de la sociedad civil croata el Papa reflexiona sobre la importancia de la conciencia, porque en función de cuánto se invierte en su formación depende la calidad de la democracia
Sábado, 4 jun (RV).- El Papa se encontró esta tarde con los representantes de la sociedad civil croata en el Teatro Nacional de Zagreb, ante quienes reflexionó sobre el tema de la conciencia, porque “en función de cómo es comprendida y de cuanto se invierte en su formación depende la calidad de la vida social y civil, y la calidad de la democracia”.
Benedicto XVI se reunió pasadas las 6 de la tarde con los miembros de la sociedad civil, del mundo político, académico, cultural y empresarial, el cuerpo diplomático y líderes religiosos. En su discurso el Pontífice subrayó que “hay que confirmar y desarrollar las grandes conquistas de la edad moderna, es decir, el reconocimiento y la garantía de la libertad de conciencia, de los derechos humanos, de la libertad de la ciencia y, por tanto, de una sociedad libre, manteniendo abiertas, sin embargo, la racionalidad y la libertad en su fundamento trascendente, para evitar que dichas conquistas se autodestruyan, como debemos constatar lamentablemente en bastantes casos”.
“La calidad de la vida social y civil, la calidad de la democracia, dependen en buena parte de este punto “crítico” que es la conciencia, de cómo es comprendida y de cuánto se invierte en su formación. Si la conciencia, según el pensamiento moderno más en boga, se reduce al ámbito de lo subjetivo, al que se relegan la religión y la moral, la crisis de occidente no tiene remedio y Europa está destinada a la involución. En cambio, si la conciencia vuelve a descubrirse como lugar de escucha de la verdad y del bien, lugar de la responsabilidad ante Dios y los hermanos en humanidad, que es la fuerza contra cualquier dictadura, entonces hay esperanza de futuro”.
En este mismo contexto el Santo Padre reivindicó las raíces cristianas de numerosas instituciones culturales y científicas de este país, al igual que las de todo el continente europeo. Y subrayó la necesidad de recordar estos orígenes, por fidelidad a la verdad histórica, y por la importancia que reside en saber leer en profundidad dichas raíces, para que puedan dar ánimo también al presente.
Exponiendo ejemplos como el nacimiento de una universidad, o de un movimiento artístico o de un hospital, el Papa manifestó que “hay que comprender el porqué y el cómo de lo que ha sucedido”, para apreciar en el presente que es una realidad espiritual que llega a ser cultural y por tanto social. “Detrás de todo hay hombres y mujeres, personas, conciencias, movidas por la fuerza de la verdad y del bien”.
Y volviendo a la conciencia como clave para el desarrollo cultural y la construcción del bien común, Benedicto XVI evidenció como “en la formación de las conciencias, la Iglesia ofrece a la sociedad su contribución más singular y valiosa. Una contribución que comienza en la familia y que encuentra un apoyo importante en la parroquia, donde niños y adolescentes, y también los jóvenes, aprenden a profundizar en la Sagrada Escritura, que es el “gran código” de la cultura europea; y aprenden al mismo tiempo el sentido de la comunidad fundada en el don, no en el interés económico o en la ideología, sino en el amor, que es “la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad” (Caritas in veritate, 1).
“Esta lógica de la gratuidad, aprendida en la infancia y la adolescencia, se vive después en otros ámbitos, en el juego y el deporte, en las relaciones interpersonales, en el arte, en el servicio voluntario a los pobres y los que sufren, y una vez asimilada se puede manifestar en los ámbitos más complejos de la política y la economía, trabajando por una polis que sea acogedora y hospitalaria y al mismo tiempo no vacía, no falsamente neutra, sino rica de contenidos humanos, con una fuerte dimensión ética. Aquí es donde los fieles laicos están llamados a aprovechar generosamente su formación, guiados por los principios de la Doctrina social de la Iglesia, en favor de una laicidad auténtica, de la justicia social, la defensa de la vida y la familia, la libertad religiosa y de educación”.
En este encuentro con el Santo Padre han participado los representantes de otras Iglesias y Comunidades cristianas, así como también de la religión judía y musulmana, lo que “contribuye a recordar –dijo el Papa- que la religión no es una realidad separada de la sociedad, sino un componente suyo connatural, que constantemente evoca la dimensión vertical, la escucha de Dios como condición para la búsqueda del bien común, de la justicia y de la reconciliación en la verdad”.
“La religión pone al hombre en relación con Dios, Creador y Padre de todos, y, por tanto, debe ser un factor de paz. Las religiones deben purificarse siempre según esta verdadera esencia suya para corresponder a su genuina misión”.
Ecclesia
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