Bajo el lema “La Eucaristía de la vida cotidiana”, el Papa animó a reconocer la ayuda y la fuerza de la Eucaristía para mejorar la vida personal y asistir a los demás.
Benedicto XVI
“Quienes reciben el cuerpo de Cristo no pueden no estar atentos, en el día a día, a las situaciones indignas del hombre y saben acudir, partir el pan con el hambriento, compartir el agua con el sediento, vestir al desnudo y visitar al enfermo y al encarcelado”.
La clave, dice el Papa, es la espiritualidad eucarística. Es un modo de abandonar el egoísmo, y aprender a perdonar, permitiendo que las viejas heridas que dividen a los seres queridos se curen.
El Papa dijo que la historia es un ejemplo de cómo las sociedades que abandonan a Dios y se centran en el poder y en las riquezas son más débiles, y fomentan una falsa esperanza.
Benedicto XVI
“Es duro porque a menudo se confunde la libertad con la ausencia de vínculos, con la convicción de poder actuar solos, sin Dios, a Quien se ve como un límite a la libertad. Es una ilusión que pronto decepciona, genera inquietud y miedo, y lleva, paradójicamente, a echar de menos las cadenas del pasado”.
Después de celebrar la Misa ante 100.000 personas, el Papa almorzó con obispos y con 16 trabajadores que perdieron su trabajo recientemente. El Papa les regaló dos tortas. Una tenía el escudo papal, y la otra, el símbolo del Congreso Eucarístico.
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