El Pontífice hizo estas manifestaciones ante varios miles de personas que asistieron en el aeropuerto turístico de Friburgo, en el suroeste de Alemania, a la misa conclusiva de su tercer viaje a su país natal, en que en esta ocasión le ha llevado también a Berlín, Erfurt y el santuario mariano de Etzelsbach.
"Los agnósticos que no encuentran paz por la cuestión de Dios y las personas que sufren a causa de nuestros pecados y tienen deseo de un corazón puro están más cercanos al Reino de Dios que los fieles rutinarios, que ya solamente ven en la Iglesia el boato, sin que su corazón quede tocado por la fe", afirmó el papa advirtiendo a los fieles de la necesidad de volver a una fe renovada.
El papa teólogo manifestó que no cuentan las palabras, sino las obras, los hechos de conversión y de fe y que hay que evitar que la religiosidad acabe en "rutina".
"Queridos amigos, la renovación de la Iglesia sólo puede realizarse mediante la disponibilidad a la conversión y una fe renovada", subrayó.
El Pontífice exhortó a los fieles a seguir a Dios con humildad y obediencia y a mantenerse fuertemente unidos a Cristo y señaló que la existencia cristina es un compromiso humilde para con el prójimo y con el bien común.
La humildad -manifestó- es una virtud que hoy no goza de gran estima, pero los cristianos saben que esta virtud es "el aceite que hace fecundos los procesos de diálogo, fácil la colaboración y cordial la unidad".
Ante sus compatriotas, el papa dijo que la Iglesia en Alemania superará los grandes desafíos actuales y seguirá siendo fermento en la sociedad si los sacerdotes, las personas consagradas y los laicos colaboran juntos; si las parroquias, las comunidades y los movimientos se apoyan mutuamente y si los bautizados y confirmados "tienen alta la antorcha de una fe inalterada".
"La Iglesia en Alemania seguirá siendo una bendición para la comunidad católica mundial, si permanece fielmente unida a los sucesores de San Pedro y de los Apóstoles (al Papa, al él), si de diversos modos cuida la colaboración con los países de misión y se deja también contagiar en esto por la alegría en la fe de las iglesias jóvenes", subrayó.
Ese llamamiento, según observadores vaticanos, responde a las críticas que desde la Iglesia alemana se hace al Vaticano y a la figura del papa, al que acusan de inmovilismo en temas como el de los católicos divorciados y vueltos a casar, a los que se les niega la comunión, el celibato sacerdotal y la ordenación de mujeres sacerdotes.
El Obispo de Roma se refirió también a la omnipotencia de Dios y dijo que hay teólogos que "frente a las cosas terribles" que suceden hoy en el mundo aseguran que Dios no lo es, "sin darse cuenta de que Él ejerce su poder de manera distinta a como suelen hacer los hombres.
"Él mismo ha puesto un límite a su poder al reconocer la libertad de sus criaturas. Dios respeta nuestra libertad y no nos obliga", aseguró.
Antes de la misa, Benedicto XVI recorrió el recinto en el papamóvil, en medio de los aplausos de los presentes. El papa besó y bendijo a numerosos niños que le fueron llevados hasta el automóvil.
Concluida la misa el papa almuerza con los prelados alemanes y por la tarde, antes de regresar a Roma, se reunirá con los Jueces del Tribunal Constitucional Federal Alemán y con representantes de grupos católicos comprometidos con la Iglesia y la sociedad.
Benedicto XVI será despedido en el aeropuerto de Lahr, a unos 50 kilómetros de Friburgo, a últimas horas de la tarde por el presidente de Alemania, Christian Wulff. A primeras horas de la noche llegará a Roma.
La razón
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