Este es un espacio para alimentar y vitalizar la dimensión espiritual y humana de las personas comprometidas con la construcción de una sociedad más humana, justa y solidaria. Todos somos peregrinos. "sal de tu tierra, de tu casa y vete a la tierra que yo te mostraré; haré de tí una gran nación y te bendeciré." (Gén. 12, 1 ss)
Sunday, September 18, 2011
Homilía: EL SEÑOR ES UN PATRÓN QUE NUNCA MIRA EL RELOJ
Por José María Maruri, SJ
1.- En el párrafo anterior a esta parábola de hoy, aparece Pedro preguntando al Señor, tal vez como portavoz del sindicato de los apóstoles: “Nosotros que te hemos seguido que premio vamos a recibir, qué salario nos vas a dar”. O “qué seguro de vejez vamos a tener”
Y Jesús, con aquello de que se sentarán en doce tronos sobre las doce tribus de Israel, no les promete el descanso de estar en un incómodo trono, sino el trabajo de estar a la cabeza del pueblo de Dios, como precio les ofrece un trabajo en el Reino. Todo eso de los doces tronos suena un poco a un doctorado “honoris causa”, que no es mucho premio. Y como para acabar con toda posible reivindicación ante Dios, añade la parábola que acabamos de oír.
2.- La queja de los que se habían contratado por un denario, que era el salario común de aquellos tiempos, no es un salario bajo e injusto, sino el salario de los que han trabajado menos es demasiado alto. No son quejas de injusticia, son quejas contra la excesiva generosidad. No son quejas contra la justicia, sino quejas contra el amor.
Y Jesús nos quiere enseñar que nuestra relación con Dios no se funda en un contrato laboral sino en un lazo filial, que no somos asalariados, sino hijos y por tanto hermanos. Hijos únicos que ocupamos en el corazón de Dios un hueco que nadie llenar ni reemplazar. Pero no sólo yo. Sino cada uno de mis hermanos. Lo mismo el que trabajó siempre fielmente en la viña del Padre, como el que llega a última hora a trabajar. Lo mismo san Juan, el predilecto del Señor, que San Dimas el buen ladrón. Dios no será nunca injusto con nadie, pero además será infinitamente misericordioso con todos.
3.- En nuestra concepción religiosa hay no poco de mercantilismo, de libro de contabilidad, que lleva cuentas de nuestras buenas obras, del tiempo que hemos trabajado. Por eso piensa uno a veces, que si hubiéramos estado al pie de la Cruz nos hubieran sonado a injustas las palabras de Jesús al buen ladrón: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”… un hombre que llega a última hora y sin más méritos que su vida depravada y pecadora.
Nosotros nos pasamos el tiempo mirando el reloj, sobre todo para calcular el tiempo de los demás. El Señor es un patrón que nunca mira el reloj. Los que trabajan con Él no tienen que fichar, porque para el Señor siempre es hora, siempre llegamos a tiempo, aunque lleguemos corriendo y sin aliento como el buen ladrón, porque no nos mira con ojos de legislación laboral, sino con ojos de Padre, que siempre se alegra de que llegue a cualquier hora un hijo.
Y estas son las injusticias de Dios, las que le dicta el amor. ¿Somos capaces de perdonarle a Dios sus injusticias? ¿No nos parece también a nosotros demasiado el salario del que llega a última hora? ¿No preferiríamos que Dios lo castigara como se merecer?
Tenemos que poner al día eso de castigo y premio. Los regalos entre amigos nunca son premio, sino amistad, como los regalos entre esposos son regalos de amor, nunca premios.
Ojalá que algún día desparezca de nuestra vida religiosa todo interés y mercantilismo. Entonces empezaremos a ser hijos de Dios y no asalariados.
Betania
Subscribe to:
Post Comments (Atom)
No comments:
Post a Comment