Monday, September 12, 2011

Una queja desde Brasil

He recibido un artículo de Ivone Gebara que, desde Brasil, hace una crítica a una disposición que se dio en la JMJ. La verdad es que no se me había ocurrido que podía haber un efecto comparativo (se trata de la decisión de perdonar el pecado del aborto a las jóvenes que se confesaban en Madrid) en perjuicio de otros colectivos. Al pairo de esta cuestión, me ha venido a la mente una decisión que tomamos, hace muchos años, mi marido y yo de tratar de no hacer diferencias entre nuestros hijos, porque duelen… y creo que éste es el caso que se ha producido. Traduzco el artículo que se llama Dos pesos y medidas: el aborto perdonado en Madrid, y que me ha parecido interesante aunque no comparto todas sus conclusiones.

“Con mucha consternación muchas mujeres católicas leerán la noticia, publicada en varios periódicos este fin de semana, sobre el hecho de que la archidiócesis de Madrid, con la aprobación papal, autorizó la concesión del perdón y la indulgencia plenaria con ocasión de la visita del papa, a las mujeres que se confesaran de haber abortado. Da la impresión que el papa, el Vaticano y algunos obispos tienen gestos de mal gusto con las mujeres. ¡No sabemos en que mundo viven esos hombres, que piensan, que saben y como creen que somos!

Primero, conceden el perdón a las que pueden viajar para asistir a la misa del papa y pasar por el “confesionódromo”, un conjunto de doscientos confesionarios blancos instalados en una gran plaza pública de Madrid llamada Parque del Retiro (obviamente Ivone no conoce Madrid). El perdón de este pecado tiene marcada la hora y el día ¡Sólo cuesta un viaje a Madrid y colocarse delante del papa! ¿Quién no haría un esfuerzo para tan gran privilegio? Basta tener dinero para viajar y pagar la estancia en un hotel de Madrid para obtener el perdón. Por eso nos preguntamos ¿Cuáles son las alianzas de la Iglesia con el capitalismo actual? ¿Quién obtiene beneficios de este comportamiento?

Segundo, tienen la desfachatez de afirmar que el perdón de este “crimen hediondo” como les gusta llamarlo se da con ocasión de la visita del papa para que las fieles pecadoras obtengan “los frutos de la gracia divina” confesando su pecado. ¿Cómo entender que una falta quede perdonada porque la autoridad máxima está presente? ¿No se está reforzando el bello y decadente modelo imperial del papado? Cuando el emperador está presente todo es posible, incluso la contradicción con el sistema penal.

No quiero retomar los argumentos que muchas de nuestras mujeres, sensibles a nuestros propios dolores, hemos repetido a lo largo de muchos años, en una breve reflexión como ésta. Pero este acontecimiento madrileño, infelizmente, muestra otra vez un lado bastante vivo en el Vaticano, próximo a las querellas medievales en donde las cuestiones fundamentales sobre la vida humana eran discutidas pero que demuestra desconocer los dolores de las mujeres, los dramas que situaciones de violencia provocan en nuestros cuerpos y corazones.

Conceder el perdón al “crimen” del aborto, un lenguaje que siempre utilizan, de forma elitista, revela el rostro ambiguo de una institución religiosa capaz de ceder al aparato triunfalista, cuando su credibilidad está en juego. Podemos arengar tropas para matar inocentes, enviar sacerdotes como capellanes a guerras siempre justas, hacer afirmaciones públicas en defensa de instituciones condenando a pobres u oprimidas y abrir excepciones a la regla, sobre comportamientos para atraer a jóvenes alienados de los grandes problemas del mundo, al rebaño papal. La lista de costumbres y transgresiones a sus propias leyes es enorme…

¿Por qué reducir la vida cristiana a pan y circo? ¿Por qué dar un espectáculo de magnanimidad en medio de una corrupción de costumbres? ¿Por qué alimentar ilusiones sobre el perdón cuando, día a día, las mujeres son fruto de persecuciones y de prohibiciones a sus opciones y competencias?

Se nos invita a pensar en un aspecto nefasto del papa y los obispos, que se alían con él. El papa no concede perdón e indulgencia plenaria, “urbe et orbi”, a todas las mujeres que abortaron sino sólo a aquellas que se confesaron en un momento preciso con ocasión de su visita a España. ¿No se está utilizando a las conciencias, especialmente de mujeres, para fines de expansión de un modelo perverso de bondades? ¿No se están haciendo concesiones, obedeciendo a una lógica autoritaria, para restaurar los antiguos privilegios eclesiales en algunos países europeos? ¿No es una forma de querer comprar a las mujeres, confundiéndolas bajo una pretendida magnanimidad de la jerarquía?

¿O será que las autoridades constituidas de la Iglesia Católica y de otros Iglesias se han hecho cristianas? ¿Se han hecho seguidoras de los valores éticos humanistas que defienden el respeto a todas las vidas y en especial las de las mujeres?

Considero que una vez más somos convocados/a a expresar públicamente nuestro sentimiento de repudio y utilización de la vida de muchas mujeres, como pretexto de magnanimidad del corazón papal. Somos convidados/as a hacer pública la corrupción de las costumbres en todas nuestras instituciones, inclusive aquellas que representan públicamente nuestras creencias religiosas. Somos convidados /as a hacernos cuerpo visible de nuestras creencias y opciones.

Haciéndolo no somos mejores que otros. Todos somos pecadores, capaces de herirnos unos a otros, capaces de hipocresía y mentira, de crueldad refinada. Pero también somos capaces de dividir nuestro pan, de acoger a la abandonada, de cubrir al desnudo, de visitar al prisionero, de tachar a Herodes de zorra. Somos esa mezcla, expresión de nosotros mismos, de nuestro yo, de nuestros dioses, de las espinas en nuestra carne que nos incitan a vivir más allá de las fachadas, tras las que nos gusta escondernos.”


Isabel Gómez Acebo

Cajón de ilusiones
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1 comment:

sonia tolfo said...

Estas distinciones han sido frecuentes a lo largo de la historia de la Iglesia.Comungo com los pensamientos de Ivone.