En esta fecha tan emblemática del 15-M estoy haciendo memoria para recordar si ha habido alguna revolución pacífica y positiva. Y sí, hay unas cuantas revoluciones que hicieron cambiar el mundo. En este preciso momento recuerdo al reverendo Luther King al frente de los derechos civiles para los afroamericanos.Consiguió algo que muy pocos supieron anticipar. Unió la ira con la justicia y tumbó con el soplo de su voz las barreras del apartheid estadounidense. La sociedad civil cuando ha sido injustamente castigada suele salir a la calle tras la búsqueda de una solución. Lo ha hecho durante generaciones y ha triunfado cuando al frente de las manifestaciones se encontraba un catalizador un líder.
Mucho antes, Mahatama Gandhi consiguió con métodos no violentos la independencia de su país. Y como Luther King sucumbió a la violencia de quienes temían su fuerza y capacidad de transformar la sociedad. El movimiento 15-M no tiene líderes. Ha intentado posicionarse de manera pacífica y asamblearia. Hay una mayoría de gente joven que le está tomando el pulso a la sociedad y piensa que si no se moviliza no tendrá un mañana, un futuro. Aunque muchos teman las consecuencias del descontento social, lo cierto es que probablemente entre esos jóvenes se encuentren los futuros líderes de la sociedad. A mí me recuerdan a las algaradas del mayo francés en 1968, que se extendió por Europa y que cambió profundamente la sociedad de su tiempo. Fue una revolución provocada por el descontento social que paralizó Francia y obligó a De Gaulle a convocar elecciones. Aquella algarada parece repetirse y ha sonado ahora a lo largo y ancho de la geografía universal.
No son sólo los chicos del 15-M en España. Es la primavera árabe. Es la convocatoria generalizada contra el actual estado de la situación en diferentes puntos del globo.Se parece mucho a los anti sistema que vienen funcionando desde hace varias décadas. Pero ahora bajo el peso de una crisis mundial debida a la codicia de los poderes financieros. Estamos por tanto en un momento que nos puede llevar al caos o al cambio social. Como solemos decir los creyentes hay que escuchar el soplo del Espíritu. En este caso los poderosos tendrán que saber escuchar al pueblo. Y no precisamente volviendo a jugar con cartas marcadas. La política española necesita regenerarse. No da más de sí con el sistema que los españoles construimos durante la Transición.
Estamos viendo como la crisis financiera succiona al sistema político y caen líderes de diferentes países como recientemente en Francia. Pero el relevo no puede ser más de lo mismo. De lo contrario la calle será un caos generalizado. Supongo que muchos políticos cuentan con ello y esperan que la crisis pase, para que todo siga como antes. Pero la realidad es que el pueblo que sale a la calle no quiere que las cosas sigan como antes. Buscan una solución a la partidocracia y la corrupción política que convierte a unos diputados en ciudadanos de primera, con prerrogativas de las que carece el resto de la población.
La pobreza y la depresión social que se ha adueñado de nuestras calles en apenas cuatro años, llevando el sistema social al límite, tiene responsables con nombre y apellido. Si no hay justicia para encausar a quienes arruinan un país, eso quiere decir que hemos fracasado en nuestra democracia. Por eso las reglas del juego tienen que cambiar. Ojalá nuestros políticos puedan entender que si no ponen medidas justas para evitar el expolio del Estado, terminaremos muy mal.
Mientras tanto las revueltas sociales se suceden a lo largo de la geografía europea, ante la mirada impávida de los políticos de visa oro, a cuenta de los impuestos del contribuyente. Es hora de limitar las prerrogativas de los diputados y senadores. De asumir la crisis en los salarios de ayuntamientos y diputaciones. Si continuamos manteniendo a unos políticos que no merecen que les votemos, en definitiva estamos cavando las bases para una revuelta social de consecuencias imprevisibles.
Dejen que sueñe como Luther King que tenemos un futuro. Que lo estamos gestando no es una dictadura financiera mundial, donde los derechos de la ciudadanía conseguidos a lo largos de generaciones, desaparecen de un plumazo siguiendo la farsa de una política democrática que no tiene ideas. Dejen que sueñe que el 15-M será el origen de ese relevo necesario para un nuevo cambio social. Un cambio pacífico y a favor del ser humano, de la dignidad y de la justicia. Y que estamos en los albores de un nuevo orden social más justo y más humano.
Por lo pronto al 15 M le falta soltar lastre, dejar esas diatribas laicistas y anticlericales propias del siglo XIX. Olvidar las poses anti sistema que no llevan a ningún lugar. Y aportar ideas a la sociedad, ideas con el talento propio de una nueva generación. Bienvenidas sean todas las revueltas que hacen posible la reflexión y el cambio de rumbo de un país.
Carmen Bellver
Diálogo sin fronteras
RD
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