Saturday, May 05, 2012

Meditando con los santos y beatos del día: B. NUNCIO SULPRIZIO, B. JULIN MORENO, B. VICENTE PINILLA



Hoy, 5 de mayo, la glesia conmemora al BEATO NUNCIO SULPRIZIO, quien muriera santamente en un día como hoy de 1836 en Nápoles, Italia, a la edad de 19 años. Nacido en Pescara, Italia, en 1817, fue un joven laico que abrigó en su corazón el deseo de llegar a ser sacerdote. En 1963 el Papa Pablo VI le dio el honor de los altares proclamándolo Beato y los Padres reunidos en el Concilio Vaticano II aplaudieron unánimes su beatificación. Ha sido declarado modelo de la juventud trabajadora.


Hoy también la Iglesia latinoamericana se viste de fiesta para conmemorar a los BEATOS VICENTE PINILLA Y JULIN MORENO, quienes murieran martirizados entre el 25 de julio y el 15 de agosto de 1936 en las calles de Motril, Granada, España, junto a Vicente Soler y otros 4 compañeros mártires. Vicente Pinilla nació en Calatayud, España, en 1870. Después de su ordenación sacerdotal fue a las Filipinas en donde trabajó como párroco y más tarde se trasladó a Brasil realizando una fecunda labor pastoral. Julián Moreno nació en Alfaro, España, en 1871. Ordenado sacerdote, fue enviado a Filipinas y luego a Colombia, Panamá, Venezuela y Brasil lugares en donde se dedicó de una manera especial a la predicación y a la enseñanza. En 1999 el Papa Juan Pablo II lo declaró Beatos
Unidos a las Iglesias de Sudamérica e Italia , brindemos nuestro sincero aplauso a los Beatos Vicente Pinilla y Julián Moreno y al Beato Nuncio Sulprizio
  
Meditación
QUERIDO NUNCIO SULPRIZIO, recordar tu vida es contemplar la sencillez de la santidad. A la muerte de tus padres, vas a vivir con un tío, forjador de hierro, que te necesitaba para un trabajo mucho más duro y pesado de lo que tu podías realizar. Tu vida, así, empezó a desarrollarse entre hierros y ajetreos de una vida obrera. Pero es aquí en donde comienzas a sentir algo especial: era la llamada de Dios. Una dolorosa enfermedad te ataca en un pié por lo que tienes que ir al hospital. El médico al ver tu mal, ordena que se te ampute la pierna derecha, pero tu estado de debilidad era tal, que no se puede realizar la operación. Es en este momento de tu vida que escribes un reglamento para ser consecuente con tu fe y amor al Señor. Un reglamento que cumples fielmente, procurando evitar hasta el más mínimo defecto. Pero la enfermedad se siguió apoderando de tu debilitado organismo hasta que te venció, dando con grande y heroica paciencia tu joven vida al Señor, antes de cumplir los 20 años de edad. Una vida tan fugaz y sencilla, nos hace comprender que no es el tiempo lo que lleva a los altares, sino la entrega de cada día y la paciencia en las adversidades.

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