| Hoy, 15 de Mayo, la Iglesia se viste de blanco para conmemorar el nacimiento para el cielo de SAN ISIDRO LABRADOR, quien muriera en las afueras de Madrid, España, en un día como hoy del año 1130. Nacido hacia el 1070 en Madrid, fue trabajador campesino. En 1622, el Papa Gregorio XV, le proclamó SANTO. Es patrono de Madrid, de los agricultores y se le invoca para la buena cosecha y para la abundante lluvia. Unidos pues a todos los campesinos del mundo y a la Iglesia de San Andrés en Madrid, en donde se veneran sus reliquias, celebremos gozosos la fiesta de San Isidro Labrador. | ||
| Meditación | ||
QUERIDO SAN ISIDRO: Recordar tu vida es verte trabajando bajo el sol, la lluvia y el viento. Junto con tu esposa la Beata María Toribia, conquistaron la santidad labrando la tierra. Aún joven, abandonas la casa paterna en busca de trabajo pare ganarte la vida. Así, entras al servicio de un noble, cuyos campos habían producido bien poco, pero que gracias a tus esfuerzos y dedicación empezaron a florecer y tener un periodo de gran fertilidad. Es entonces que tu patrón quiere nombrarte superintendente de todas sus tierras. Pero la envidia inquietó a los otros campesinos, tus compañeros de trabajo, quienes, como ocurre en tantos casos, te calumniaron ante el patrón acusándote de que pasabas todo el tiempo en la Iglesia y no trabajabas. Ante esto, el propietario, decidió cierto día investigar por sí mismo lo que estaba pasando y fue a pedirte explicaciones de tu trabajo. Cuando, sorpresivamente, vio que dos jóvenes desconocidos estaban arando el campo. Inmediatamente se dio cuenta de que estaba ante un hecho portentoso y milagroso, y renunció a reprenderte. Tu corazón sencillo pero grande te llevaba a ayudar y confortar a todos los que se te acercaban. Nadie se iba de ti sin haber recibido alguna cosa. Con tu esposa Toribia, también muy venerada, ayudabas al prójimo en todo lo que podías. Pasaste toda tu vida siendo simplemente un humilde y consciente campesino. Cuando cuarenta años después de tu muerte abrieron tu tumba, ante la admiración de todos encontraron que tu cuerpo y tus vestidos estaban incorruptos.
Gracias San Isidro, campesino. Porque nos enseñaste que labrando la oscura tierra, arrodillándote en el campo a la caída del sol y levantándote muy temprano para acudir a la Santa Misa, fue tu camino directo para llegar hasta el Señor.
Radio Vaticano
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