Fernando F Franco
Tuve la gran suerte de ser miembro de un grupo de 22 jesuitas y laicos que asistieron a la Cumbre sobre Desarrollo Sostenible celebrada en Johannesburgo en septiembre de 2002: un punto medio entre la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CNUMAD), celebrada en Río en 1992, y la próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sostenible en Río en 2012 (Río+20). En un artículo que escribí tras la Cumbre de Johannesburgo llegué a la conclusión de que “nos quedamos con la convicción abrumadora de que el actual desequilibrio político y económico de poder en el mundo no va a permitir un cambio significativo.”
En este artículo argumento que los últimos diez años, en lugar de desmentir esta predicción negativa, la han fortalecido. Soy consciente de que después de innumerables esfuerzos, se ha avanzado lentamente en el fomento de las políticas ambientales. La percepción de la realidad y la conciencia de la población se han vuelto más sensibles a la necesidad del desarrollo sostenible. Muchos activistas, sin embargo, comparten perplejos una fuerte inquietud ¿hemos perdido el impulso? Yo comparto también esas dudas. Mi argumento es que los frutos de una política gradual de “pequeños pasos” pueden haber llegado a un callejón sin salida. Permítanme esbozar brevemente las principales razones para defender esta posición.
En primer lugar, el contexto socio-cultural, político y económico del mundo actual ha cambiado radicalmente: las promesas de la globalización para crear una aldea global con beneficios para todos se han estancado. El ascenso político de los extremismos de derecha e izquierda, dos caras de la misma moneda desesperada, está destruyendo los espacios abiertos de la tolerancia humana adquirida en los últimos 30 años. Los muros entre grupos, y entre las naciones; el endurecimiento de las fronteras entre los que tienen y los que no tienen (la migración es sólo un caso particular); y el uso cada vez mayor de fanatismos religiosos así como el conservadurismo con fines políticos han hecho que la escena mundial sea muy diferente del sueño de un mundo globalizado, y por lo tanto mejor. A esto hay que añadir un conjunto de valores basado en la gratificación instantánea y la avidez consumista generalizada, no sólo en las altas esferas, y la desaparición de los conceptos de trabajo y desierto. El endurecimiento de las tendencias proteccionistas y la “balcanización” del sistema bancario europeo en un momento en el que la unificación y la supervisión financiera podrían salvar el euro convierten el panorama en un escenario aún más sombrío. Para poner todo esto en una forma provocativa: estamos asistiendo a un poderoso intento de erosionar y desmantelar las bases de la equidad social, el acceso universal a las oportunidades, la solidaridad comunitaria, y las capacidades de los estados para apoyar la codicia común y el control del bien individual.
En segundo lugar, el surgimiento de los países BRIC (Brasil, Rusia, India, China), con China e India como líderes de este grupo de naciones emergentes tienen como lado positivo romper con la imagen de un mundo dominado por un poder político único, pero en el lado negativo resultado rescatan el ideal de “crecimiento económico a cualquier costo.” Con China y en particular con India sufriendo una importante recesión económica, parece altamente improbable que vayan a apoyar los cambios radicales de política en los asuntos pendientes o permitir la discusión de retos importantes que han permanecido por mucho tiempo bajo la mesa.
En tercer lugar, el concepto de ‘economía verde’ propuesto como el nuevo paradigma económico conlleva, en el contexto de recesión global, el peligro inherente de debilitar el vínculo entre el medio ambiente, la equidad y los componentes de desarrollo social (erradicación de la pobreza, creación de empleo, alimentación, salud y educación). En un mundo de crecientes desigualdades esto sería fatal para los pobres.
Cuarto, los países en desarrollo seguirán utilizando la compleja estructura de la OMC para bloquear cualquier intento de eliminar los subsidios agrícolas y la introducción de técnicas respetuosas con el medio ambiente. La tecnología respetuosa con el clima apenas se ha implantado en países en desarrollo; esta tendencia se verá reforzada y el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio junto a los derechos de propiedad intelectual se utilizará para bloquear futuras propuestas. Si esta política de bloqueo de la transferencia de tecnología no ha cambia radicalmente, los países BRICS comprensiblemente seguirán bloqueando sin piedad, y con eficacia, cualquier intento de imponer restricciones a su patrón de producción y consumo energéticos.
En quinto lugar, los países en desarrollo han insistido en que los países desarrollados deberían proveer “suficientes, nuevos y adicionales” medios financieros para poner en práctica las nuevas propuestas. Estamos hablando de propuestas de entre 500 y 1.000 millones de dólares al año. Sin embargo, la predicción económica pesimista para los próximos dos años hará estas cifras totalmente irreales.
En sexto lugar, haciendo frente a muchas metas no cumplidas de los Objetivos del Milenio, los pobres de África y Asia, los indígenas y otras comunidades marginadas socialmente se han vuelto cada vez más escépticos a las propuestas respaldadas por sus propias élites políticas y países extranjeros. La confianza en la voluntad de la clase política que mira más allá de sus propios y estrechos intereses desaparece rápidamente en todas partes.
Para terminar, quisiera reconocer una vez más los logros positivos de los últimos 20 años obtenidos por aquellos que han defendido un enfoque “gradual.” He apoyado este enfoque en el pasado. Los cambios en el contexto descrito anteriormente sugieren que puede haber otros asuntos que participan desesperadamente los oscuros rincones de las mentes y los corazones de la gente. También muestra que la clase política está respondiendo a estos desafíos tarde y de una manera desordenada. Lo que está en juego parece es tan fundamental que la política de dar pequeños pasos puede llevarnos
Ecojesuit
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