La presencia de los migrantes haitianos es cada vez más notoria en América Latina, principalmente en als grandes urbes de la región: de México D.F. a Buenos Aires pasando por Sao Paoolo, Manaus, la capital amazonense, Santiago de Chile, Quito, Caracas, Bogota y Ciudad de Panamá.
Constituyen un espectro muy amplio y diverso: son hombre, mujeres, niños, jóvenes, adultos, obreros, trabajadores, estudiantes. intelectuales, analfabetas, profesores universitarios, médicos, sociólogos. Provienen de todas las clases sociales de Haití, principalmente de la clase media y media baja. La gran mayoría son jóvenes que buscan oportunidades de estudio, de empleo y, sobre todo, de un futuro mejor.
Un gran número de ellos y ellas viven en condiciones difíciles en la región por varias razones entre ellas: el desconocimiento del español y el portugués, su condición migratoria irregular, la dificultad de encontrar un empleo, las violaciones contra sus derechos laborales, la discriminación y la falta de protección por parte de los estados.
Sin embargo, todos luchan por integrarse de manera digna y humana en contexto a veces hostiles, para rehacer sus vidas y poder ayudar a sus familias en Haití. Cada migrante haitiano representa a la vez una inversión grande, que hicieron sus familias para enviarlos al extranjero y una eventual fuente de ingresos para ellas. Es a la vez fruto de grandes sacrificios y semilla de esperanza para Haití.
Varios grupos de Iglesia, de la sociedad civil, de organizaciones no-gubernamentales y ciudadanos y ciudadanas corriente de las regiones se han mostrado solidarios y hospitalarios con ellos a través de acciones muy sencillas tales como compartir el pan, el techo, el conocimiento del idioma (español y portugués), la fe y la esperanza. O simplemente considerarlos y tratarlos no como migrantes o ilegales sino como hermanos
Entre hostilidad y hospitalidad, los migrantes haitianos tratan de bailar la danza de la vida y la fiesta de la esperanza a pesar de las sombras y la zozobra. De sanar las heridas de la tragedia de la que huyeron en su país de origen. De reconstruir su vida bajo otros cielos menos inclementes. De renacer lejos de su tierra madre.
El mundo entero se estremeció el 12 de enero de 2010, cuando un terremoto devastó Haití, principalmente Puerto Principe y sus alrededores, obligando a decenas de miles de haitianos a dejar su tierra.
De 2010 a la fecha, 15 mil haitianos, aproximadamente,llegaron a América Latina (excluyendo las islas caribeñas tales como República Dominicana, Cuba, Guayana Francesa y las islas británicas). Cerca de 6 mil emigraron a Brasil, 2 mil a Ecuador, otros 2 mil a Chile y más de mil a México. Un significativo número de haitianos, del cual no disponemos de cifras, se dirigió también a Venezuela. Podemos hablar de una segunda ola migratoria haitiana a América Latina.
La primera ola migrante a la región inició a finales del año 1957, en los tiempos de la dictadura de la familia Duvalier. Intelectuales, artistas, opositores políticos al régimen de represión duvallerista que duró 29 años (de 1957 a 1986), huyeron de haití y fueron acogidos principalmente por México y Venezuela bajo la figura de exiliados políticos.
A diferencia de esta primera ola, el reciente flujo haitiano hacia la región está formado por los damnificados del terremoto y las victimas de la crisis humanitaria, agravada por la tragedia. son también migrantes forzados porque fueron obligados a dejar su tierra por la consecuencia de un desastre natural. pero, no fue una persecución política, religiosa u otra. Por lo tanto, los Estados no los consideran exiliados políticos o refugiados, basándose en el marco normativo internacional del refugio vigente, aunque muy cuestionado. Incluso, tienden a negarles el acceso a la protección.
La protección de los migrantes haitianos representa un reto para los organismos regionales tales como la Unión de las Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la OEA para que exhorten a los Estados de la región a repensar su marco juríco-político a fin de enfrentar esta nueva forma de migración forzada causada por los desastres naturales. al mismo tiempo, constituye para las y los latinoamericanos en general un vibrante llamamiento a la solidaridad, la hospitalidad, la hermandad en el cara a cara y en el día a día.
En este fotoreportaje, el Servicio Jesuita a Refugiados para Latinoamérica y el Caribe (SJR LAC), junto con la organización mexicana Sin frontera IAP, el SJR Ecuador y la organización Socio-cultural de los haitianos en Chile, presentamos un caleidoscopio de las imágenes de la reciente ola inmigratoria haitiana a América Latina.
Al brindar oportunidad a los migrantes haitianos para estudiar y trabajar, los países de acogida se benefician también de sus talentos. La hospitalidad enriquece tanto a los migrantes y refugiados como los países adonde llegan.
Foto SJR LAC
Muchos haitianos son victimas de violaciones a sus derechos laborales, al llegar a Brasil muchos de ellos fueron contratados por empresas ubicada en la Amazonia brasilera, que los tenían trabajando durante dos o tres meses sin pagarles nada, luego los despedían sin ningún tipo de explicación.
Foto SJR LAC
Cada día que pasa los haitianos se integran más a la sociedad brasileña, y el primer paso es aprender portugués.
Foto SJR LAC
El Servicio Voluntario Pro-Haití se encarga de brindar asesoría para la búsqueda de empleo en Brasil.
Foto SJR LAC
Los haitianos se integran al nuevo país desde una nación muy clara de su identidad, es así como en Quito celebraron el Día de la Bandera de Haití.
Foto SJR Ecuador
En Ecuador los haitianos aprenden español para intregrarse más a la sociedad de acogida.
Foto SJR Ecuador
un joven haitiano recibe su diploma luego de finalizar uno de los talleres que dicta el SJR Ecuador.
Foto SJR Ecuador
En México existen más de mil haitianos que continúan luchando para acceder a un empleo digno.
Foto Sin Fronteras IAP
Esta mujer haitiana se dirige todos los días a su trabajo en México DF.
Foto Sin Frontera IAP
Muchos niños haitianos que llegaron con sus familias no han sido matriculados en las escuelas porque no son admitidos.
Foto Sin frontera IAP
Wooldy Elson Louidor
Coordinador Regional Incidencia y Comunicación para Haití
Servicio Jesuita a Refugiados Latinoamérica y el Caribe (SJR LAC)
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