Thursday, July 05, 2012

En clave de Dios: Ángeles y Blanca



Ángeles y Blanca. No conozco su apellido, pero son dos hermanas, ancianas, que vivían en mi pueblo. La primera más seria, la segunda amable y con la sonrisa siempre en su dulce rostro. Ellas fueron el calor y la alegría de los fríos días de invierno en que, de baja maternal, apenas me cruzaba con cuatro personas cuando paseaba a mi hijo. Su presencia se me antojó aliento de Dios. Ambas siempre se deshacían en arrumacos con el pequeño, que se alegraba muchísimo de verlas esperando sus caricias… que nunca faltaban.

Empecé a trabajar de nuevo, y las perdí un poco la pista. Un día en que el pequeño estaba extrañamente gruñón (casualidad o no, quién sabe), en la puerta de la panadería había una esquela. Blanca y dos apellidos. La panadera me confirmó que era una de las mujeres de nuestros paseos. 
Me dio mucha pena. Era tan encantadora con el niño y con todos…

Estuve pensando en ti, Blanca, en que quizás me faltó decirte lo importante que fueron nuestros encuentros contigo aquel invierno. Lo que iluminabas nuestras mañanas nubladas. La delicia que fue encontrar tu rostro sonriente… ¡siempre!

Y aunque no ha sido tu caso ¿sabes? hay más de 2.000 suicidios al año, y por edades, los mayores son los peor parados. Así que no quiero que vuelva a ocurrirme, y antes de que sea tarde, trataré de decirle a todos, pero sobre todo a los mayores de mi vida, lo importantes que son para mí, y así llevarles algo de luz, esa de Dios, como la que tu trajiste a nuestras vidas.

Almudena Cuesta
pastoralsj

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