Nunca como ahora, nuestra sociedad –tanto en Europa como en América—necesita de la enseñanza de Jesús de Nazaret. Y nosotros hemos de ser los testigos que Jesús envía a mostrar las excelencias del Reino de Dios. No es una obligación exclusiva para los sacerdotes o los consagrados y consagrados es para todos los bautizados, porque el Bautismo, administrado en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, nos convierte en Reyes y Sacerdotes. Jesús envío a sus discípulos sin medios, y casi sin conocimientos, pero el Espíritu Santo les acompañaba. Salgamos, pues a predicar. Es Jesús quien nos envía.
Betania
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