Tuesday, February 12, 2013

El abrazo de los dos Papas


La imaginamos todos los cronistas, fotógrafos y camarógrafos acreditados en El Vaticano. Es la imagen que jamás hubiésemos creído posible. El abrazo de dos Papas. Uno obispo emérito de Roma, el otro pontífice reinante. Hoy es casi una realidad. Así de histórico es el periodo que abrió el lunes pasado Benedicto XVI con el anuncio de su renuncia, efectiva a partir del próximo 28 de febrero a las 20:00 horas de Roma. Un conjunto de inéditos, tantos “por primera vez en la historia”.


Apenas 24 horas pasaron desde el Consistorio Ordinario Público en el cual Joseph Ratzinger comunicó su decisión de dimitir. Y la tensión es ya altísima en Roma. Este martes 12 de febrero la Plaza de San Pedro estaba llena. Visitantes de ocasión, fieles curiosos y, sobre todo, periodistas. Ya en la Plaza Pío XI se montaron varias carpas que resguardan a los corresponsales internacionales. Las transmisiones se suceden a todas horas.
A unos metros, dentro de la sala de prensa del Vaticano, el panorama era completamente distinto a la víspera. Reporteros de todas las nacionalidades trabajaban con frenesí. La normalmente vacía mesa común, ahora estaba ocupada en su totalidad. Costaba encontrar espacio entre las computadoras, teléfonos celulares y toda clase de aparatos de transmisión.
Poco después del mediodía el portavoz vaticano, Federico Lombardi, salió a intentar responder las múltiples preguntas planteadas. Los lugares libres en el Aula Juan Pablo II se habían acabado desde mucho antes. He aquí las respuestas a algunas de las interrogantes. Algunas otras quedarán en el tintero, pero irán siendo respondidas a su debido tiempo.
¿Qué ocurre de aquí al próximo 28 de febrero, fecha de la renuncia? Benedicto XVI sigue como Papa en funciones. Sus actividades públicas programadas se mantienen. La mañana de este miércoles 13 presidirá la audiencia general en el Aula Pablo VI del Vaticano. Se espera una significativa movilización de fieles y, sobre todo, que el pontífice expliqué algo más sobre su decisión de dimitir. Por la tarde del mismo día, a las 17:00 horas de Roma, presidirá la misa por el Miércoles de Ceniza. Será en la Basílica de San Pedro porque el templo del Monte Aventino, donde tradicionalmente tiene lugar esa celebración, resulta insuficiente para acoger a todos los fieles.
El jueves 14 por la mañana sostendrá su reunión anual con el Clero de Roma. En esa ocasión pronunciará un discurso improvisado. El sábado 16 recibirá en audiencia privada al presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina. Un día después iniciará sus ejercicios espirituales de Cuaresma, que se extenderán hasta el sábado 23 de febrero y durante los cuales se suspenderán todas sus apariciones públicas. El domingo 24 presidirá el Angelus desde el Palacio Apostólico y el miércoles 27 tendrá lugar la última audiencia de los miércoles de su pontificado. Será en la Plaza de San Pedro.
¿Y después? El 28 dejará oficialmente de ser Papa e iniciará el periodo de Sede Vacante. Una comisión de cardenales se hará cargo del poder en la Santa Sede y convocará al Cónclave, que debería realizarse en la primera quincena del mes de marzo. Porque el 24 de marzo es la fiesta de Domingo de Ramos y el inicio de la Semana Santa. El periodo litúrgico más importante para el catolicismo, con ceremonias que requerirán la presencia ineludible del vicario de Cristo. Aún así las fechas exactas aún no se tienen.
Benedicto XVI, ¿dónde irá? Al momento que entra en vigor su renuncia deja efectivamente de ser Papa. Y aunque no existe una indicación clara sobre cómo se le deberá llamar, el portavoz Lombardi aseguró que seguramente tendrá el título del “obispo emérito de Roma”. Así ocurre para arzobispos y otros prelados del mundo, obligados a presentar su renuncia al alcanzar el límite de edad de 75 años. En un primer momento se trasladará a la residencia de verano de la Sede Apostólica, ubicada en la localidad de Castel Gandolfo (al sur de Roma). Allí pasará el tiempo hasta que regrese al Vaticano, donde ya se está reestructurando un monasterio de clausura para acondicionar los espacios necesarios a tan ilustre huésped.
¿Será parte del Colegio Cardenalicio? ¿Participará del próximo Cónclave? No, a las dos. Como Papa él es todavía jefe de los cardenales, pero la tradición de la Iglesia es verticalista y ascendente en su estructura. Nunca descendente. Tampoco tendrá injerencia en la elección de su sucesor. Aunque algunos sostienen que la renuncia habría tenido como objetivo imponer a un candidato a su gusto. Nada más alejado de la realidad. No existen elementos objetivos que puedan sostener esta tan difundida hipótesis, parte del mundo de la ficción.
No embona un gesto tan revolucionario y alto, como la dimisión de un Papa cansado, con la supuesta voluntad de imponer un sucesor. Si damos por buena la hipótesis de un Joseph Ratzinger “acorralado” que “tiró la toalla” ante las presiones externas, ¿cómo se concilia esto con una solución-renuncia? Si en ese supuesto antes tenía un poder limitado, ¿por qué sí debería tener capacidad de maniobra estando lejos del trono de San Pedro, sin el poder entre manos? No tiene lógica.
De todas maneras su presencia en El Vaticano será demasiado vistosa. Y significará un desafío de gestión, no fácil.
¿Decidió renunciar por alguna enfermedad? Benedicto XVI no padece mal específico alguno. Por el contrario su ancianidad le ha pasado una dura factura. A sus casi 86 años prácticamente no camina. Desde hace ya muchos meses los largos tramos los recorre a bordo de una plataforma móvil con rueditas. Además es evidente que padece un problema de visión. Al menos le cuesta enfocar cuando ve a las personas y eso se nota. Todo esto ha sido significativo a la hora de su alejamiento del trono de San Pedro. Es verdad que, desde hace años, tiene un marcapasos en el corazón al cual poco tiempo atrás se le cambiaron las baterías con una pequeña intervención quirúrgica. Pero esto tampoco desencadenó una renuncia meditada ampliamente ante Dios. No atribuible sencillamente a un episodio, sino a una conjunción de circunstancias. Algunas públicas, otras que quedarán en lo más profundo del corazón de este hombre.
Andrés Beltramo Álvarez
Vaticanista

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