El Papa Francisco se reunió con 2 mil peregrinos de la ciudad de Papa Roncalli en San Pedro. El Padre Lombardi desmiente rumores sobre la renuncia de Bertone
GIACOMO GALEAZZICiudad DEL VATICANO«El Concilio Vaticano II es piedra angular en la historia de la Iglesia. Roncalli fue un hombre de gobierno conducido por el Espíritu». La intuición profética de Papa Juan «de la convocación del Concilio» y la «oferta de la propia vida para su éxito», «el amor por la tradición de la Iglesia y la consciencia de su constante necesidad de actualización», seguirán siendo «faro luminoso» para la Iglesia. Juan, según el homenaje de su sucesor Francisco, «era hombre de gobierno, era un conductor, conducido por el Espíritu Santo».
El Papa Francisco se preguntó, en el encuentro con dos mil personas de Bérgamo (que llegaron a la Plaza San Pedro en peregrinaje para recordar los 50 años de la muerte de Papa Roncalli): «El mundo entero reconoció en Juan a un pastor y a un padre. Pastor porque padre. ¿Qué es lo que lo había convertido en ello? ¿Cómo pudo llegar al corazón de personas tan diferentes, incluso de muchos no cristianos?». Como respuesta, el Papa Francisco propuso partir del concepto de paz. El Pontífice se unió al peregrinaje, se recogió en oración arrodillado ante la urna que contiene los restos del beato. Bergoglio (recibido entre aplausos y pañuelos blancos) dirigió un discurso a los presentes y bajó a la basílica en compañía del secretario de Estado Tarcisio Bertone y del arcipreste de San Pedro, Angelo Comastri, al final de la misa celebrada por el obispo de Bérgamo Francesco Beschi.
«Todo como había anunciado la diócesis de Bérgamo», subrayó a Vatican Insider el portavoz de la Santa Sede, el padre jesuita Federico Lombardi (que además desmintió los rumores sobre la renuncia que habría presentado durante el fin de semana Tarcisio Bertone).
«El Papa Juan transmitía paz porque tenía un ánimo profundamente pacificado». La paz que transmitía, observó el Papa, es «una paz natural, serena, cordial; una paz que con su elección al pontificado se manifestó al mundo y recibió el nombre de “bondad”». El Papa Francisco volvió a definir a Roncalli como «eficaz tejedor de relaciones, válido promotor de unidad dentro y fuera de la comunidad eclesial, abierto al diálogo con los cristianos de otras Iglesias, con exponentes del mundo judío y musulmán y con muchos otros hombres de buena volutnad».
El proceso interior que llevó al Papa bueno a ser un hombre pacificado, capaz de encarnar la paz, explicó el Papa latinoamericano, quedó documentado en el “Diaro del alma”, que escribió durante toda su vida su predecesor. «Exactamente hace 50 años, justamente a esta hora, el Beato Juan XXIII dejó este mundo», puntializó Francisco. «Los que, como yo, tienen una cierta edad –dijo el Pontífice– mantienen un vivo recuerdo de la conmoción que se difundió por doquier en esos días: la Plaza San Pedro se convirtió en un santuario al aire libre, acogía todos los días y todas las noches a fieles de todas las edades y condiciones sociales, en trepidación y oración por la salud del Papa». Además, «es muy hermoso encontrar a un sacertore bueno; esto me hace pensar en San Ignacio (no hago publicicad) –bromeó Francisco– cuando hablaba de las calidades que debe tener un superior. Elenca esto, aquello... un elenco largo, y si no tiene estas virtudes, dijo San Ignacio, por lo menos que tenga la bondad, que sea padre, sacerdote, con bondad». Hoy por la mañana, Francisco había recordado al “Papa bueno”, indicando que era un «modelo de santidad».
El cardenal francés Paul Poupard, ex ministro vaticano de la Cultura, narró para Vatican Insider su encuentro de hoy con los peregrinos de Bérgamo: «describí a los devotos de Roncalli el instante en el que Juan XXIII cambió la historia al anunciar el Concilio –explicó el purpurado. Yo, en esa época, ofrecía servicios en la sección francesa de la Secretaría de Estado vaticana y casi todos los días el secretario papal, Loris Capovilla, venía a verme y a informarse sobre esa Iglesia de Francia en la que Roncalli había sido nuncio apostílico». El cardenal añadió una anécdota particular: «Hace un mes estuve en Sotto il Monte, en un congreso sobre el Vaticano II organizado por el Instituto Pablo VI del que formo parte –afirmó Poupard. Monseñor Capovilla acababa de recibir una llamada de Francisco y me dijo: “Es Papa Juan redivivo”. Hace 50 años en Roma se repetía: “No volverá a haber un Papa bueno y santo como Roncalli”. Ahora tenemos uno».
Juan fue elegido para ser un “Papa de transición”. «Y fue una verdadera transición –escribe “L’Osservatore Romano”. Sobre todo por la intuición sorprendente y necesaria, inspiración seguramente providencial en una óptica de fe, del Concilio, ya desde las primeras semanas del Pontificado y cuyo anuncio explotó como una bomba el 25 de enero de 1959». Hoy, en San Pedro, las Palabras de Francisco fueron claras: «A cincuenta años de su muerte, la guía sapiente y paterna de Papa Juan, su amor por la tradición de la Iglesia y la consciencia de su constante necesidad de actualización, la intuición profética de la convocación al Concilio Vaticano II y la oferta de la propia vida para su éxito, seguirán siendo una piedra angular en la historia de la Iglesia del siglo XX y un faro luminoso para el camino que nos espera». En el discurso para comenzar el encuentro con el Papa, el obispo de Bérgamo, Beschi, dijo: «Permita que haga una confidencia; a muchos de nosotros nos parece que hay una semejanza en los gestos, en el lenguaje, en la actitud, en la pasión evangélica, en la apertura hacia todos con Juan XXIII».
Vatican Insider
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