A Montxo López le gusta presentarse, como oyó a alguien hacer una vez, como «marido y padre de». De su mujer, Marisa, y su hija Leire, para ser exactos. A sus 49 años y después de 24 en la HOAC de Bizkaia, acaba de alumbrar una nueva criatura. Un libro, que recoge el testimonio de afectados por la siniestralidad laboral dentro de una trama novelada, titulado«Trabajar por la Vida».
Este Graduado Social, a tiempo parcial «por elección propia» para poder dedicarse «a las cosas importantes de la vida», pertenece a la Plataforma contra la Exclusión Social Zorroztuz, del barrio de Zorrotza. Es un habitual de la Parroquia de La Milagrosa y colabora con Pastoral Obrera. En el libro editado por el Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera se alterna la ficción con testimonios y hechos reales que, lejos de lastrar la narración, le conceden un grado de honestidad y veracidad muy expresivo.
–¿Cómo surgió la idea de este libro, una novela con testimonios y documentación sobre la campaña diocesana en torno a los accidentes laborales?
–La comisión «El trabajo es para la vida. Lana bizigai» de Pastoral Obrera me propuso recoger en un libro algunos testimonios de víctimas de la siniestralidad laboral. Pensando en hacer una recopilación, me di cuenta de que podía empezar por mi entorno más próximo: mi tío Manolo murió en accidente laboral, Domingo, que tuvo un grave accidente y Nico, que falleció, eran militantes de la HOAC, conocía a Patxi, de la asociación de víctimas del amianto, a raíz de una charla sobre salud laboral…. Lo que pasa es me pareció que esos testimonios tenían tal densidad emocional que pensé que reunir muchos en un libro podría resultar contraproducente. Me imaginaba como espectador ante la tele, viendo desastres ecológicos, hambrunas guerras, asesinatos…, y me sentía saturado, inmovilizado por la impotencia… Lo que pretendía era todo lo contrario, que el lector se preguntara cómo puedo contribuir a cambiar esto. La conclusión que saqué fue que no hacían falta más de tres o cuatro testimonios y que tenía que dar con un hilo conductor que los situara en el tiempo. Así surgió la idea de crear un personaje de ficción, llamado Mikel, que es militante de la HOAC y es el protagonista. No tenía mucha idea de cómo hacer esto, hasta que me puse a ello. Es verdad que me gusta la novela, no es que lea mucho pero algo sí. Me lancé y salió.
–¿Cómo se fue concretando el plan inicial?, ¿ha contado con ayuda a pesar de lo solitario que es la tarea del escritor?
–En un principio fue un trabajo solitario, porque yo quise. Lo que iba a escribir no era exactamente lo que me habían encargado en Pastoral Obrera. Les dije que tenía una idea y que la iba a llevar a cabo, para después ver entre todos qué hacíamos. Hice un borrador que resultó ser casi el definitivo. En cuanto lo leyeron se mostraron entusiastas con la idea y todo fueron apoyos. Me aportaron datos y elementos para completar la redacción. También tuve un equipo de correctores formado por mi mujer Marisa, un amigo, Juan Carlos, y una compañera de trabajo, Carmen, que hicieron bastantes correcciones muy valiosas.
–¿En quién se inspiró para crear los personajes y esa trama con sabor a novela negra?
–Lo que cuento es totalmente real, son hechos que he vivido directamente o me han contado personas cercanas. Reunir en torno a un único personaje todas las maldades puede resultar demasiado, porque todas las personas tenemos matices y siempre hay algo de bueno en todos. Están muy definidos los papeles de buenos y de malos. Pero todo lo que se cuenta del malo ha ocurrido y muchos de sus elementos los podemos ver en una sola persona. Al final, las estructuras, la falta de valores pueden hacer que haya personas que se sitúan ante la vida de esa manera.
–¿Se parece mucho el protagonista a usted mismo?
–Para situar en el tiempo esos testimonios le di al personaje de ficción mi misma edad. Me ayudaba a bucear en mi propia historia y en la de gente conocida y así ir vistiendo al personaje. En ese sentido, tiene cosas de mí y de otras personas que conozco. También buscaba, la verdad, darle un cierto autobombo…, No pasa nada porque hablemos bien, por una vez, de la Pastoral Obrera, la HOAC, la JOC. El protagonista es un militante y su vida casi no tiene contradicciones, vaya gozada.
–¿Qué ventajas presenta esta manera de abordar la siniestralidad laboral, utilizando la narración, frente al uso de los comunicados, las movilizaciones, las charlas…?
–Creo que no podemos renunciar al uso de ninguna de esas herramientas. El libro, precisamente, trata de recoger el trabajo de todos estos años de la HOAC, la JOC, la Pastoral Obrera…, con concentraciones, comunicados, recogida de firmas, interpelaciones al Parlamento Vasco, contactos con las instituciones… Es verdad que con una historia novelada, escrita de forma sencilla, podemos llegar a gente que de otra manera no llegaríamos tan fácilmente. Lo he podido comprobar. Mucha gente del barrio, del trabajo, que ante un comunicado lo recogen sin más, aunque nunca se sabe hasta qué punto les sensibiliza o no, en cambio ante el libro me han manifestado que les ha provocado una cierta emoción, otro tipo de sentimientos… Igual sí que sirve para llegar a los que de otra forma no lo haríamos.
–¿Le resultó difícil abordar a los que han prestado sus testimonios?, ¿temía remover ese dolor que va con ellos para siempre?
–La principal dificultad fue mía. Tenía miedo a perturbar el ánimo de las personas que prestaban su testimonio. Tenía un cierto pudor, por meterme sin permiso en la cocina de su casa y avivar aquel dolor. Gracias a la cercanía con ellos, no fue para tanto. Antes de publicarlo les pasé el texto para que lo leyeran e introdujeran alguna corrección si querían. Pero me pusieron todas las facilidades. El suyo es un servicio muy valioso, porque es como desnudarse en público y uno no tiene derecho a obligar a nadie a hacer eso.
–¿Qué repercusión ha tenido la presentación de libro?, ¿qué ecos le han llegado?
–Utilizamos una sala que habitualmente está divida por una mampara el día de la presentación en el Secretariado Diocesano de Pastoral Obrera. Decidimos quitarla pensando que igual venía gente… Y al final, así fue. Además de los familiares y amigos, que acudieron en plan forofos, se acercó gente del barrio que no me esperaba. Es verdad que los compañeros de la HOAC lo habían difundido por las calles. También acudió gente del «Komite Internazionalistak», donde militaba hace muchos años. Se llenó la sala. La pretensión última es que el libro sea un instrumento para llegar a gente, para abrir debate, acercarnos a las víctimas, a las familias y queremos hacer una distribución mano a mano, a través de Pastoral Obrera, a organizaciones y personas preocupadas por este tema. No renunciamos a colocarlo en alguna librería para darle más difusión pero, sobre todo, se trata de llegar a la gente, abrir debate, ponernos juntos a reflexionar.
HOAC
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