Caminamos erguidos,
orgullosos de estar contigo
y, atentos, escuchamos tu voz
cuando vienes a nuestro encuentro.
Respondemos lo mejor que sabemos
poniendo en ello alma, vida y corazón.
Y cuando te presentamos lo conseguido,
lo que hemos aprendido y sabemos,
alzas tu rostro sonriendo
y se desmorona nuestro sueño
de ser algo en tu reino,
pues desgranas con paciencia y tino:
Demasiada gente para la empresa;
mucha estructura;
ideologías muy complicadas;
sobrados de técnica;
planteamientos perfectos;
lenguaje para entendidos,
títulos que no entiendo;
medios excesivos;
zurrones repletos;
invocaciones muy religiosas;
análisis muy sociológicos;
seguridades por todos los flancos...
pero... poca fe, mis gedeones y amigos,
¡no puedo contar con vosotros!
Y tras el susto,
recordamos lo que siempre nos dices:
que basta tener fe
como un grano de mostaza, no más,
para ser tus discípulos y seguirte,
para satisfacerte y ser felices,
para salvar la vida
dándola
y viviéndola con menos precauciones.
¡Y así,
recobramos la sonrisa y la esperanza
y te seguimos por el camino
con paso ligero!
Florentino Ulibarri
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