GENEROSIDAD Y SOLIDARIDAD
Por Pedrojosé Ynaraja
1.- Evidentemente, el hecho central de lo que nos cuenta el evangelio del presente domingo, es la multiplicación de los panes, como consecuencia de la generosidad del Señor. Ahora bien, dando por descontado lo anterior, me fijare, mis queridos jóvenes lectores, en algunos detalles, que también son interesantes.
2.- En primer lugar, Mateo nos presenta a un Jesús que al enterarse del ajusticiamiento de Juan, el que le había bautizado a Él y del que procedían algunos de sus discípulos, siente miedo. Sí, como todos nosotros lo sentimos algunas veces. El miedo es humano y el Maestro se hizo semejante a nosotros en todo, excepto en el pecado. Miedo a ser encarcelado y miedo a morir, sentía Él. En nuestra turbación, motivada por lo que sea, no debemos sentirnos únicos. Debemos tener en cuenta que al aceptarlo nos acercamos a Jesús.
3.- Si grande fue la bondad del Señor al ofrecer alimento básico a aquella multitud, la cosa empezó por la pequeña generosidad de alguien que entregó todo lo que tenía. ¿Quién de nosotros está dispuesto a darlo todo, sin reservarse nada para sí mismo? ¿Y si hubiera dicho el chico: tengo hambre. Si os doy lo que tengo me quedaré sin nada y tampoco solucionará el problema de la muchedumbre? Pensando así, hubiera sido y actuado como una persona prudente, un ejemplar burgués. Pero el discípulo debe ser otra cosa y saber arriesgarse.
4.- Los discípulos colaboran. Podía el Señor decir a la gente: venid vosotros mismos a tomar el alimento que yo os proporciono. Acercaos que supongo que debéis tener hambre y me he dignado haceros un milagro, comed y agradecédmelo. Pero el Maestro ha venido a servir, no a buscar elogios. Además, no quiere hacer las cosas solo. Se fía de los suyos. Comparte primero la preocupación y después la labor generosa y ellos son voluntarios ejemplares, como tantos hoy lo son en oficinas de Caritas, hospitales o Cottolengos (son nombres que ahora se me ocurren, hay muchísimos más, afortunadamente).
5.- Acabado y satisfecho el pueblo, les dice que recojan las sobras. ¿A quién se le ocurre esto? ¿Qué van a hacer con ellas y en aquel sitio? Lo que hay en los cestos se entregará a otros menesterosos, hay que ser solidario, el Señor también lo es con las gentes, aunque las desconozca. Ahora sabemos mucho mejor que ellos las necesidades mundiales. Sabemos el efecto pernicioso de malgastar el agua limpia, pero dejamos abierto el grifo mucho rato. El globo terráqueo, todo él, es un conjunto coherente y solidario. Recordamos aquella graciosa sentencia de Edward Lorenz, meteorólogo americano: basta que una mariposa mueva sus alas en Tokio, para que se desate una tempestad en el Caribe (la cita no es textual) no obstante tiramos comida, no la acabamos, la abandonamos en el plato. Nos ofrecen un refresco y nos limitamos a beber la mitad de la lata, la otra la dejamos, es elegante este proceder, según dicen algunos. Y la elegancia puede más que la solidaridad.
6.- Un pequeño detalle nos lo aporta otro evangelista. El pan ofrecido y multiplicado, era de cebada, señal de que el chico era pobre. A diferencia de lo que pasa hoy en día, en tiempos bíblicos, tres medidas de este cereal, valían lo mismo que una de trigo. Era, pues, pobre y generoso, como deseo seáis vosotros, mis queridos jóvenes lectores.
7.- Os puede parecer una tontería lo que os voy a contar. Para que entre y se recuerde más el episodio, me gusta hacer pan de cebada de cuando en cuando. Compro harina, si la encuentro, o muelo el grano en uno simple de café. Ofrezco un trozo a cada uno de los presentes, para que sepan que gusto tenía el pan multiplicado. La experiencia ha gustado tanto a los habituales de misa del domingo, como en la misma universidad.
8.- Un apunte referente a la segunda lectura. Si la leéis de corrido e interpretáis el sentido al pie de la letra, os quedaréis tan tranquilos. Trasponed los términos y leed: aburguesamiento, vanidad, presumir, ser emprendedores y ambiciosos escalando puestos de prestigio y dominio, coleccionad títulos académicos y trofeos. Si el párrafo lo leéis así, con seguridad os veréis obligados a examinaros, reflexionar y cambiar de conducta.
Betania
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