-“Cuando el hombre no se encuentra a sí mismo, no encuentra nada” (Goethe, Werther)
3 de agosto, domingo XVIII de TO
Mt 14, 13-21
Al atardecer los discípulos fueron a decirle: -El lugar es despoblado y ya es tarde; despide a la multitud para que vayan a las aldeas a comprar algo de comer.
Les respondió: -No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.
Gregorio el Grande (540-604) dijo en su “Moralia in Job 20, 1, 1”:Scriptura sacra (…) aliquo modo cum legentibus crescit. (La Escritura santa, en cierta manera, crece con los que la leen). Magia de la lectura, que hace crecer el texto haciendo crecer al lector, comenta Daniel Marguerat en su obra Le Dieu des premiers chrétiens. Lo que se lee en los Evangelios es letra decolorada, información de segunda mano que personalmente hemos de confrontar con el original depositado en el cofre de nuestras entrañas.
El gran teólogo Hans Küng nos lo dice en su obra Música y Religión con esta frase: “la música no está acabada una vez que se ha terminado de componer; ni siquiera cuando se la interpreta. Pues incluso el oyente coopera con ello en un contexto diferente cada vez”.
Todo ser es protagonista de su propio destino. Lo manifestó el rey Juan Carlos desde el punto de vista político en su mensaje de abdicación. Las nuevas generaciones necesitan emprender con determinación las transformaciones y reformas que la coyuntura actual y los nuevos desafíos del mañana están demandando. En el campo religioso, el tejido social actual demanda otro tanto. ¿Por qué entonces la Iglesia totalitaria no renuncia a sus privilegios, se torna más democrática y sigue el mismo camino, que ya el Papa Francisco trazó en la carta a un periodista: La conciencia es autónoma, y cada uno debe obedecer a la propia conciencia?
Yo me pregunto aturdido qué me quieren decir las palabras cuneiformes del Espíritu, que yo leo encriptadas por la Iglesia en las palmas de mis manos. ¿O necesito acaso que la zíngara del paseo me las interprete en forma de engañosa buenaventura? Las comprendo a ciegas como hace el invidente cuando las acaricia con la yema de sus dedos. Siento lo que el mensaje entraña, y de él quedo fértilmente preñado. Espero nutrirle en la placenta de mi inortodoxa fe y mis creencias, alumbrarle pagano de las doctrinas piadosas, y hacerle luz del mundo entero. Sólo de esta manera la fe y la creencia culminarán en comportamientos evangélicos, y yo en auténtico cristiano.
Llega la primavera y las amapolas florecen por sí solas en los campos. El algarrobo toma su personal decisión de reverdecer sus ramas y proporcionar comida y cobijo en ellas a las aves. También a los hambrientos y a los desheredados.
“Dadles vosotros de comer” (Mt 14, 16). Un mandato dirigido fundamentalmente a alimentar el deseo de autodependencia, de ser autosuficientes y poder incluso saciar las necesidades de todo orden en los demás. Ser Mercados de Abastos donde los comerciantes suministran a los compradores todo tipo de alimentos perecederos, lo estrictamente imprescindible. Tiendas de Pescar para que los consumidores se valgan por sí mismos, una en cada esquina. Jesús sigue hoy atendiendo a la multitud con bienes materiales y espirituales, pero siempre a través de sus discípulos.
Soy el director de la orquesta de mi vida aunque, como puntualiza J. Bucay, no domine todos los instrumentos. No soy el único actor, porque si lo fuera, mi película sería demasiado aburrida. El technicolor me lo otorgan los colores primarios –el rojo, el azul y el amarillo: fe, esperanza y caridad- que personalmente me oferta la paleta lumínica de la comunidad a la que pertenezco y la de todas las demás comunidades, creyentes en mi bandera tricolor o en otra, a las que estoy entroncado.
No han pensado así las mentes totalitarias de todos los tiempos, Roma cristiana incluida. Luis XIV de Francia, Rey Sol de todos los franceses, en la ópera Perseo de Luly Acto II, hacía cambiar de vestuario a los nobles para empobrecerlos y no dejarles tiempo para la conspiración. Aires bien diferentes comienzan a soplar hoy sobre la Colina Vaticana: Es lindo ser pueblo fiel de Dios. ¡Y alcanzamos plenitud cuando rompemos las paredes y el corazón se nos llena de rostros y de nombres! Palabras esperanzadoras de Francisco I en la Exhortación Evangelii Gaudium que actualizan las de Pedro:«Vosotros, que en otro tiempo no erais pueblo, ahora sois pueblo de Dios» (1 Pe 2,10).
Y ahora, cada discípulo –de Jesús, de Buda o de cualquier otro Sabio de la vida- debe ser plenamente independiente para interpretar el mundo, a los demás y a sí mismo. Por ejemplo, el papa Francisco llamando por teléfono al presidente de Israel y al palestino en orden a la gestión de la paz en Tierra Santa. No se contentó con encender una vela en el altar y ponerse en oración. Para lograr la plenitud, Franz Kafka nos apunta un cómo en su poema.
No hace falta que salgas de tu habitación.
Sigue sentado frente a la mesa y escucha.
Ni siquiera escuches.
Simplemente espera.
Ni siquiera esperes.
Quédate solo y en silencio.
El mundo se te ofrecerá libremente
para que lo desenmascares.
No le queda otra opción.
Rodará de éxtasis a tus pies”
Ni siquiera escuches.
Simplemente espera.
Ni siquiera esperes.
Quédate solo y en silencio.
El mundo se te ofrecerá libremente
para que lo desenmascares.
No le queda otra opción.
Rodará de éxtasis a tus pies”
Franz Kafka
Vicente Martínez
Fe Adulta
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