"Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos" (Confucio)
9 de noviembre, domingo XXXII de TO
Mt 25, 1-13
- Las prudentes llevaron frascos de aceite con sus candiles.
-Las que estaban prepardas entraron con él en la sala de bodas y la puerta se cerró.
-Por tanto, vigilad, pues no conocéis ni el día ni la hora.
-Las que estaban prepardas entraron con él en la sala de bodas y la puerta se cerró.
-Por tanto, vigilad, pues no conocéis ni el día ni la hora.
La parábola cuenta que el reinado de Dios será como diez jóvenes que salieron con sus candiles a recibir al novio. Compararlo con la celebración popular de una boda es centrar el Reino en la realidad terrenal, sin perderse ni perderlo en disquisiciones teológicas celestiales.
No hay altares, ni templo, ni campanas que convoquen. No hay ministros ni ceremonia alguna. Hay sólo vida y evangelio. Ese es el escenario donde Jesús oferta el mensaje de la necesidad de una adecuada preparación imprescindible para su instauración del Reino. Quienes no lo comprenden y se niegan a aceptarlo, corren el grave riesgo de quedar marginados del mercado espiritual de nuestros días.
Esto supone una preocupación, un quehacer de toda la existencia. Don Miguel de Unamuno lo escribió y lo hizo: "Mi religión es buscar la verdad en la vida y la vida en la verdad, aun a sabiendas de que no he de encontrarla mientras viva; mi religión es luchar incesante e incansablemente en el misterio". Salomón nos propone buscarla. Y asegura que, a quienes no cejan en tan vital empeño, les saldrá al paso en los caminos o la encontrarán sentada a la puerta (Sab 6, 13-16).
La Comunidad no parece quedar bien parada en el episodio narrado por Mateo: "Os aseguro que no os conozco", dijo el novio. Todas –necias y prudentes- se habían quedado tan ricamente dormidas en la sala de espera. Salvó a éstas, que venían convenientemente preparadas: llevaban frascos de aceite con sus candiles. Las necias no lo llevaban y tuvieron que ir a comprarlo al mercado. Cuando volvieron, la puerta del banquete estaba ya cerrada.
Quizás también hoy la Iglesia –y nosotros lo somos- tendríamos que lamentar con Don Magnífico en La Cenerentola de Rossini: "La mitad de mi palacio está arruinado, y la otra mitad en agonía".
El detalle importante de la negación de las jóvenes prudentes a compartir el aceite, es un rasgo parabólico para hacernos comprender que la preparación requerida es personal e Insustituible, apunta Schökel. "Vigilad" es una advertencia para que permanezcamos constantemente fieles y entregados a poner en práctica las enseñanzas de Jesús.
Sería muy útil y provechoso preguntarse qué clase de Vírgenes somos hoy nosotros. La respuesta podría marcarnos el grado en que podríamos aplicarnos la sentencia de Confucio: "Exígete mucho a ti mismo y espera poco de los demás. Así te ahorrarás disgustos".
LAS VÍRGENES PRUDENTES (Fragmento)
¿Quién es esa mujer que canta
en la noche? ¿Quién llama a su hermana?
De país en país, ¿esa rapsoda que vuelva en el vientopor encima del mar tenebroso donde culebrea el cielo?
en la noche? ¿Quién llama a su hermana?
De país en país, ¿esa rapsoda que vuelva en el vientopor encima del mar tenebroso donde culebrea el cielo?
¡Salidle al encuentro!Ella, la enamorada.Ella nada más, y su hermana.¿Ese viento que canta?Es la voz del amor.La voz del deseo del amor que se alza en la noche alta.
Sobre la potencia de la ciudad, esa voz que gira.Esa aria exquisita!Sólo esa nota vibra en la noche helada.Esa arpa sola tañendo en la noche vasta.Ese único silbo penetrante de la pureza.Sólo esa serenata encantada.Y el amor de las hermanas!
Carlos Martínez Rivas
Vicente Martínez
Fe Adulta
Fe Adulta
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