Días después aún en el desierto nos dirigimos a Masada. Para los que no sepan de este increíble lugar les recomiendo conocer su historia. Es un sitio alucinante, por todo lo que allí ocurrió y por la geografía propia de cine de fantasía o de ciertos parajes de novelas de ciencia ficción. En realidad la historia tampoco se aleja mucho de Tolkien o de aquellas batallas épicas de dramas históricos hollywoodenses. La única diferencia es que esto sucedió en realidad, y la realidad es –casi- siempre más cruda y terrible que lo que nos cuentan. Aquí no hubo un héroe, sino un suicidio colectivo, donde los hombres (la mayoría zelotes) mataron a sus mujeres y niños antes de ser derrotados por los romanos. Aquí no hubo un final feliz, sino una guerra y ofensiva tras ofensiva tras ofensiva. Aquí no hubo un afán “amoroso”, sino una exacerbación del ego de Herodes quien la reconstruyó por ahí por el año 40 a.C. Sí, el mismo Herodes el Grande quien mandaría a matar a los inocentes niños queriendo acabar con Jesús. Y una exacerbacion imperial de los romanos. Aquí no hay princesas ni sabios que dan consejos llenos de sabia sabiduría, sino gente normal, con sus errores y ambigüedades, con sus cegueras y deseos.
Rampa fabricada por los romanos para atacar Masada
Todo era ostentoso, estratégico y exagerado: tanto de parte de los judíos como de los romanos. Reservas de alimento para miles, sistemas de almacenamiento y conductos de agua para un ejército; cuando no era más que un lugar de pasaje, una fortaleza de descanso, una planicie ermitaña en medio de un océano amarillo.
Colectores de alimentos
Uno de los colectores de agua (!)
El paisaje contrasta con la historia. La serenidad del desierto, impávido y solemne. Inmutable ante la matanza de los humanos, indiferente ante las luchas de poder y territorio. El año 66 d.C. (inicio de la “guerra judía”) y sobre todo el año 73-74 d.C. (Toma de Masada por los romanos y suicidio colectivo de los judíos) están marcados en la historia contemporánea de Israel. Masada se ha erigido hoy como un símbolo (ideológico) de la resistencia judía, de la valentía del pueblo, un elogio al valor y la defensa. En fin; Masada es Masada y cada rincón revienta la imaginación histórica y el paisaje nos impone un silencio. Un largo silencio. Un silencio doloroso (para los que conocíamos la historia y sus canciones), un silencio contemplativo (para los que sabíamos que la tierra queda y los hombres pasan), un silencio solamente (para los que callamos cuando hay que callar).
Fortaleza solitaria en medio del desierto
No fuiste anónima porque no quisimos
Te dimos un lugar inmerecido
Te nombramos resistencia
Te bautizamos orgullo
Te apodamos violencia
Te recordamos locura
Solitaria hoy monte de piedra
Vestigio de almas
Que te lloran y siguen abusando de ti
Despoblada bandera de turistas
Masada del desierto
Masada de desierto
Pedro Pablo Achondo ss.cc.
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