Multitudinaria beatificación de Oscar Arnulfo Romero en San Salvador
Monseñor Paglia dice que "Romero cargó sobre sus hombros todo el dolor de los pobres"
(José M. Vidal).- Fiesta de la fe y del amor para elevar a los altares oficialmente (en los corazones ya estaba) al obispo mártir de la justicia Oscar Arnulfo Romero. En la plaza de Cristo Salvador abarrotada de fieles. En una ceremonia presidida por el cardenal Angelo Amato, que aseguraba, en su homilía, que la opción proferencial por los pobres del nuevo beato no era ideológica, sino evangélica.
Acompañado de cientos de obispos, cardenales y sacerdotes. Con casullas rojas, como corresponde a la beatificación de un mártir.
"Que se digne inscribir en el número de los beatos a Oscar Arnulfo Romero", pide el arzobispo de San Salvador. A continuación, el postulador de su causa, Vincenzo Plagia lee la biografía del aspirante a beato. Y reslata que, en sus obras, escribió: "Los pobres son la encarnación de Cristo". O "deseo ser una hostia ofrecida al Señor sobre el altar". Y el Señor se lo concedió.
Y Paglia sigue contando su vida y sus palabras. Decía, por ejemplo, "el obispo no es sólo un profeta, sino un creador de comunidad". Y su relato se ve interrumpido por aplaudos.
"Con Romero, Jesús caminaba de nuevo con su pueblo", dice monseñor Plagia. Y añade que "cargó sobre sus hombros con todo el dolor de los pobres".
"El pueblo sintió el olor de pastor de Romero y éste llegó a ser un ejemplo de pastor que defiende a los pobres".
"Lo acusaron de hacer política, pero Romero aclaraba: 'lo que busco hacer no es política, sino Evangelio que tiene que iluminar las calles del país"
Paglia dice que Romero veneraba a Pablo VI, mientras a Juan Pablo II apenas tuvo tiempo de conocerlo. "El secreto de la verdad, para mí, es estar en comunión con el Papa"
"Su voz se difundió por toda la tierra y el sensus fidelium lo veneró desde siempre como santo".
"Hoy Romero sigue pidiendo nuestra conversión"
"Con esta celebración se lleva a cabo la misa interrumpida el día del martirio y la otra interrumpida la del día del funeral. Y, desde el cielo, Romero bendice a este país, a todo el mundo, a toda la Iglesia y al Papa Francisco que sentimos cerca de nosotros en estos momentos".
A continuación se lee, precisamente, la carta del Papa Francisco en la que concede el permiso para beatificar a monseñor Romero. Y el pueblo aplaude y canta el Amén.
Y, entre una estruendosa ovación, llegan las reliquias de monseñor Romero. En una urna, la camisa ensangrentada que llevaba el dia de su asesinato. Mientras suena "Tu reino es justicia, tu reino es paz, venga a nosotros tu reino, Señor".
El pueblo de el Salvador, a través de su arzobispo, monseñor Alas, agradece la beatificación al Papa: "Expreso nuestro más profundo agradecimeinto al Papa Francisco por la beatificación del mçártior Oscar Romero, que derramó su sangre en defensa de la fe".
Tras las lecturas, la intencionada homilía de monseñor Amato.
Algunas frases de la homilía del cardenal Amato
"La beatificación de monseñor Romero es una fiesta de gozo y de fraternidad. Un don del Espíritu Santo a la Iglesia y a la noble nación salvadoreña"
"La del obispo es una dura tarea, como decía San Agustín"
"Romero amó a sus fieles y a sus sacerdotes con el afecto y con el martirio, dando la vida como ofrenda de reconciliación y de paz"
"Testigo heróico del Reino de Dios"
"Las almas de los justos están en las manos de Dios"
"La memoria de Romero sigue viva y da consuelo a los pobres y marginados de la tierra"
"Nada ni nadie separó a Romero de Cristo y de su Evangelio"
"Una bala traidora lo hirió de muerte y su sangre se mezcló con la sangre redentora de Cristo"
"¿Quién era Romero? ¿Cómo se preparó al martirio?"
"Era un sacerdote bueno, un obispo sabio, pero sobre todo un hombre virtuoso. Amaba a Jesús y lo adoraba en la eucaristía. Amaba a la Iglesia y al Papa y a su pueblo"
"El martirio no fue una improvisación, sino que tuvo una larga preparación"
"Hombre de fe profunda y de esperanza inquebrantable"
"Siempre decía: 'Con tu todo y con mi nada haremos mucho"
"Un cambio en su vida de pastor casi tímido fue el asesinato de Rutililo Grande, jesuita salvadoreño"
"Este evento tocó el corazón de monseñor Romero"
"Los campesinos se quedaban huérfanos y Romero quiso tomar su puesto"
"La liberación que el padre Grande predicaba se inspira en la fe"
"Desde aquel día, su lenguaje se volvió más explícito en la defensa del pueblo oprimido, sin preocuparse de las amenazas que cotidianamente recibía"
"Sus palabras no eran una provocación al odio y a la venganzia, sino una invitación a la concordia de sus hijos divididos"
"Soñaba que un día, sobre las ruinas del mal, brillaría la gloria de Dios y su amor"
"Su opción por los pobres no era ideológica, sino evangélica. Su caridad se extendía también a los perseguidores"
"La caridad pastoral le infundía una fortaleza extraordinaria"
"Tengo que ir adelante. No guardo rencor a nadie, decía"
"Romero es otra estrella luminosa que se enciende en el firmamento espiritual de la Iglesia americana"
"Son muchos los santos de este maravilloso continente"
"Tierra de amor y fidelidad a la buena noticia del Evangelio"
"Su beatificación, fiesta de paz, de justicia y de perdón"
"Que su martirio sea una bendición para El Salvador para las familias, los pobres y los ricos. Para todos los que buscan la felicidad"
"Romero no es un símbolo de división, sino de paz, de concordia y de fraternidad"
"Romero es nuestro. Pertenece a la Iglesia y a la humanidad"
"Romero es nuestro, pero también de todos. Para todos es el profeta del amor de Dios y del amor al prójimo"
"Beato Oscar Romero, ruega por nosotros"
RD
Dios concedió al Obispo mártir la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su Pueblo, el Papa sobre Romero
RV).- Con motivo de la beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez, el Papa Francisco envió una Carta, este 23 de mayo, a MonseñorJosé Luis Escobar Alas Arzobispo de San Salvador y Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador.
Dirigiéndose a este querido hermano, el Obispo de Roma se une a la alegría, en este día de fiesta para la Nación salvadoreña, y también para lospaíses hermanos latinoamericanos, dando gracias a Dios porque concedió al Obispo mártir la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su pueblo, y fue moldeando su corazón para que, en su nombre, lo orientara e iluminara, hasta hacer de su obrar un ejercicio pleno de caridad cristiana.
El Santo Padre recuerda que “en ese hermoso país centroamericano elSeñor concedió a su Iglesia un Obispo celoso que, amando a Dios y sirviendo a los hermanos, se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor: quien en tiempos de difícil convivencia, supo guiar, defender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia”.
El Papa Bergoglio también escribe que el ministerio del nuevo Beato “se distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados. Y en el momento de su muerte, mientras celebraba el Santo Sacrificio del amor y de la reconciliación, recibió la gracia de identificarse plenamente con Aquel que dio la vida por sus ovejas”.
Francisco destaca asimismo que la voz del nuevo Beato “sigue resonando hoy para recordarnos que la Iglesia (…) es familia de Dios, en la que no puede haber ninguna división”. Porque la fe en Jesucristo, “cuando se entiende bien y se asume hasta sus últimas consecuencias genera comunidades artífices de paz y de solidaridad”. De ahí que agregue que “a esto es a lo que está llamada hoy la Iglesia en El Salvador, en América y en el mundo entero: a ser rica en misericordia, a convertirse en levadura de reconciliación para la sociedad”.
“Monseñor Romero nos invita a la cordura y a la reflexión, al respeto a la vida y a la concordia – escribe el Santo Padre –. U añade que “es necesario renunciar a la violencia de la espada, a la del odio, y vivir la violencia del amor, la que dejó a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros”.
Antes de concluir su carta en la que pide al Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador que rece y haga rezar por él, el Papa destaca que el nuevo Beato “supo ver y experimento en su propia carne el egoísmo que se esconde en quienes no quieren ceder de lo suyo para que alcance a los demás”.
Y recuerda que es un “momento favorable para una verdadera y propia reconciliación nacional ante los desafíos que hoy se afrontan”. Por esta razón el Papa participa de sus esperanzas, se une a sus oraciones para que florezca la semilla del martirio y se afiancen por los verdaderos senderos a los hijos e hijas de esa nación, que se precia de llevar el nombre del divino Salvador del mundo”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
Texto de la Carta del Santo Padre Francisco con motivo de la beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez
Excmo. Mons. José Luis Escobar Alas
Arzobispo de San Salvador
Presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador
Querido Hermano: La beatificación de monseñor Óscar Arnulfo Romero Galdámez, que fue Pastor de esa querida Arquidiócesis, es motivo de gran alegría para los salvadoreños y para cuantos gozamos con el ejemplo de los mejores hijos de la Iglesia. Monseñor Romero, que construyó la paz con la fuerza del amor, dio testimonio de la fe con su vida entregada hasta el extremo.
El Señor nunca abandona a su pueblo en las dificultades, y se muestra siempre solícito con sus necesidades. Él ve la opresión, oye los gritos de dolor de sus hijos, y acude en su ayuda para librarlos de la opresión y llevarlos a una nueva tierra, fértil y espaciosa, que “mana leche y miel” (cf.Ex 3, 7-8). Igual que un día eligió a Moisés para que, en su nombre, guiara a su pueblo, sigue suscitando pastores según su corazón, que apacienten con ciencia y prudencia su rebaño (cf. Jer 3, 15).
En ese hermoso país centroamericano, bañado por el Océano Pacífico, el Señor concedió a su Iglesia un Obispo celoso que, amando a Dios y sirviendo a los hermanos, se convirtió en imagen de Cristo Buen Pastor. En tiempos de difícil convivencia, Monseñor Romero supo guiar, defender y proteger a su rebaño, permaneciendo fiel al Evangelio y en comunión con toda la Iglesia. Su ministerio se distinguió por una particular atención a los más pobres y marginados. Y en el momento de su muerte, mientras celebraba el Santo Sacrificio del amor y de la reconciliación, recibió la gracia de identificarse plenamente con Aquel que dio la vida por sus ovejas.
En este día de fiesta para la Nación salvadoreña, y también para los países hermanos latinoamericanos, damos gracias a Dios porque concedió al Obispo mártir la capacidad de ver y oír el sufrimiento de su pueblo, y fue moldeando su corazón para que, en su nombre, lo orientara e iluminara, hasta hacer de su obrar un ejercicio pleno de caridad cristiana.
La voz del nuevo Beato sigue resonando hoy para recordarnos que la Iglesia, convocación de hermanos entorno a su Señor, es familia de Dios, en la que no puede haber ninguna división. La fe en Jesucristo, cuando se entiende bien y se asume hasta sus últimas consecuencias genera comunidades artífices de paz y de solidaridad. A esto es a lo que está llamada hoy la Iglesia en El Salvador, en América y en el mundo entero: a ser rica en misericordia, a convertirse en levadura de reconciliación para la sociedad.
Monseñor Romero nos invita a la cordura y a la reflexión, al respeto a la vida y a la concordia. Es necesario renunciar a “la violencia de la espada, la del odio”, y vivir “la violencia del amor, la que dejó a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros”.
Él supo ver y experimentó en su propia carne “el egoísmo que se esconde en quienes no quieren ceder de lo suyo para que alcance a los demás”. Y, con corazón de padre, se preocupó de “las mayorías pobres”, pidiendo a los poderosos que convirtiesen “las armas en hoces para el trabajo”.
Quienes tengan a Monseñor Romero como amigo en la fe, quienes lo invoquen como protector e intercesor, quienes admiren su figura, encuentren en él fuerza y ánimo para construir el Reino de Dios, para comprometerse por un orden social más equitativo y digno.
Es momento favorable para una verdadera y propia reconciliación nacional ante los desafíos que hoy se afrontan. El Papa participa de sus esperanzas, se une a sus oraciones para que florezca la semilla del martirio y se afiancen por los verdaderos senderos a los hijos e hijas de esa Nación, que se precia de llevar el nombre del divino Salvador del mundo.
Querido hermano, te pido, por favor, que reces y hagas rezar por mí, a la vez que imparto la Bendición Apostólica a todos los que se unen de diversas maneras a la celebración del nuevo Beato.
Fraternamente, Francisco - Vaticano, 23 de mayo de 2015
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