"Tenemos un gobierno que desoye las justas reivindicaciones de los ciudadanos"
"Me duele que desde Nunciatura se me invite al silencio y se me llame la atención"
(Sor Lucía Caram).- Querido Papa Francisco: Soy una religiosa Argentina que vive en Cataluña, tierra que me acogió, con la que me siento identificada y en la que trabajo por el Reino. Mi pasión es Jesús de Nazaret, el amigo de los pobres, el cantor de las bienaventuranzas, el Dios del amor que no se desentiende de la vida de sus hermanos, los hombres y mujeres, especialmente de los pequeños y de los que sufren.
He pedido audiencia con Vd. porque los clamores de los más empobrecidos y humillados en esta dramática crisis que vivimos han atravesado los muros de mi Monasterio y, en el silencio contemplativo, ha resonado con fuerza la urgencia del corazón de Dios que hoy nos repite: "He visto la opresión de mi pueblo, he sentido sus clamores y no los puedo soportar". Y esto me interpela, como mujer, como monja y como contemplativa en la Iglesia de Jesús.
En estos años, muchas personas se han unido para dar respuesta a este clamor, y juntos hemos podido crear una comunidad de vida al servicio de las personas y del proyecto humanizador de Jesús: acogiendo, creando un banco de alimentos, un albergue-residencia para personas sin hogar, espacios de duchas, empresas de inserción, etc. y sobre todo acogiendo y acompañando desde el corazón, según el Espíritu de las Bienaventuranzas nos sugiere.
Pero en España hoy se vulneran de forma sistemática los derechos humanos y las libertades de las personas. Tenemos un gobierno que desoye las justas reivindicaciones de los ciudadanos, de los trabajadores y de las familias, cada vez más empobrecidos y humillados, y que, subido a una mayoría absoluta que le convierte en intocable, a pesar de sus continuos, crecientes y escandalosos casos de fraude, estafa y corrupción, que se han enquistado en el poder. En este hábitat de injusticia, la denuncia profética es un imperativo de la fe que nos obliga a tomar partido y a denunciar, aun a costa de ser perseguidos y amenazados.
Francisco, para "reconstruir la Iglesia" y para instaurar la justicia y la paz en España hoy necesito que me escuches y que me apoyes a mí y a tanta gente, a los que, siguiendo tus palabras, "estamos haciendo lio"; a los que nos hemos vuelto incómodos. Tal vez, como bien dices, tengamos que "pedir perdón, porque no pedimos permiso", pero el Evangelio nos interpela y hace inapelable nuestra lucha: hay líneas rojas que no se pueden traspasar, y aquí con demasiada frecuencia se ignoran y pisotean, y por ello quiero que nos veamos:
1.Tomando partido por los más pobres, busco consenso y pactos, alianzas con todos los sectores de la sociedad. Y me quieren silenciar porque dicen que eso es hacer política, cuando mi única política es la del Evangelio y mi única militancia la de la fe que se compromete hasta dar la vida. No voy a afiliarme ni a lanzarme a la arena política, no es ésa mi vocación, aunque no lo entiendan los que quieren que calle. Pero el pacto Nacional contra la Pobreza y contra la pobreza infantil que promuevo con otras personas es imparable y prioritario.
2.Tenemos un sistema en el que hoy no se garantiza la justicia y en el que en nombre de la ley y sin paliativos se tira a la gente a la calle con órdenes judiciales de desahucio y por la fuerza, sin importar que haya enfermos, niños o ancianos. Lo he denunciado por los medios y con contundencia. Las imágenes son un escándalo y una humillación.
3.Una de las grandes hipocresías de nuestro País son las vallas de Melilla, con sus asesinas cuchillas, en las que pierden la vida miles de personas, que huyen de sus países buscando poder vivir una vida digna de ser vivida. O los centros de internamiento para inmigrantes, donde malviven a la espera de ser repatriados. Hemos acogido supervivientes de esta pesadilla, y sus relatos me impiden callar y me urgen a de pedir responsabilidades.
4.Mi presencia en los medios defendiendo a las víctimas y denunciando estos atropellos quiere ser acallada. Una ley mordaza impide en este País hablar con libertad, limitándose el derecho a la libertad de expresión y a la opinión pública. Desde el Evangelio y animada por la esperanza que devora mis entrañas, no puedo dejar de clamar y reclamar justicia, despertar conciencias e invitar al compromiso, porque esto nos afecta a todos.
5.En España, se ha creado un mercado laboral que es un auténtico campo de concentración con esclavos asalariados. Hay muchos, demasiados trabajadores pobres, que, trabajando de sol a sol, cobran una miseria y no pueden ni mantenerse ni mantener a sus familias. Hay también muchas, muchísimas personas que sufren por no tener trabajo y que ya no cobran ninguna prestación, mientras el Gobierno cacarea una salida de la crisis a velocidad de crucero e ignora a los casi tres millones de niños que viven en situación de exclusión social.
6.La corrupción crece y cada día nos levantamos con un nuevo escándalo que afecta al partido del gobierno o a los de la oposición. Pero entre todos se tapan las vergüenzas, los juicios se eternizan y ellos se perpetúan en el poder, creando un creciente malestar en una ciudadanía que ya no puede más.
7.Me han querido enfrentar con la Iglesia, cuando desde el Evangelio y repitiendo sus palabras, he dicho ante hermanos homosexuales, o mujeres dadas a la prostitución, o ante matrimonios rotos: ¿Quién soy yo para juzgar? O "Yo -como Jesús- no te condeno". Esto me ha valido en más de una ocasión el veto de algunos obispos, que me censuraron sin decirme el porqué, recordándome a la escena en la que a Jesús le abofetean y él se limita a preguntar: "Si he hablado mal, dime en qué, y sino, ¿por qué me pegas?".
8.Me duele que se me llame la atención y se me invite al silencio, por ejemplo desde Nunciatura, por mi trabajo con los más pobres y por intentar que su voz resuene en este desierto de una democracia secuestrada y sin ética, en la que la coherencia y falta de pobreza y austeridad de algunos miembros relevantes de la jerarquía de la Iglesia escandaliza a los fieles, sin que se den explicaciones, o justificando lo que hoy, desde el Evangelio, no se puede justificar.
Papa Francisco, el aire fresco del Espíritu está llegando a todos los rincones del Planeta.Nos sentimos como en Pentecostés. Ya no tenemos miedo, porque el resucitado está en medio nuestro, y por eso hemos abierto las puertas y las ventanas, para expulsar todo lo que contaminaba nuestro aire. Nos sentimos enviados a instaurar el nuevo Orden querido por Jesús.
Como Argentina, como seguidora de Jesús, como consagrada al servicio del Evangelio, me siento en profunda comunión con vd. y quisiera poder darle un abrazo fraterno, portador de la reconfortante fuerza del Espíritu que nos mueve y nos libera, para no poder hacer otra cosa más que servir a los más pobres, los preferidos del Reino.
Oro por Vd. y le pido que ore por mí en esta hora de tantas presiones, de tantos apoyos y de tanta vida compartida. Pretenden que me calle, pero, si lo hago, las injusticias continuarán y gritarán las piedras.
En comunión
Manresa
Sor Lucía Caram
Una mujer enamora del Evangelio, militante de la esperanza
Dominica contemplativa
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RD
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