Tuesday, July 22, 2008

El jugoso negocio de la sanidad privada en África


En este mundo donde se puede hacer negocio con tantas cosas, pocos campos hay tan lucrativos como la sanidad para hacer pingües beneficios en un corto periodo de tiempo. Este negocio viene propiciado por la lamentable situación de la sanidad pública en muchos países subsaharianos, donde los hospitales o no los hay o funcionan mal, donde los médicos locales vuelan como abejas a la miel de un trabajo mucho más remunerado en ultramar o donde los funcionarios de sanidad copan los titulares de manera regular, debido a sus maniobras, su desdén y la corrupción institucional en la que viven.



Quienes pagan el pato por este estado de cosas son, obviamente, los más pobres. Muchas veces he oído en diferentes latitudes aquello de “si a mi niña enferma le hiciera falta esto o lo otro, yo hasta de robar sería capaz con tal que se pusiera bien”. Pues bien, en casos así por desgracia la desesperación es tan grande que se hace lo que sea por acceder al mejor tratamiento posible.


Muy recientemente hemos hablado aquí de los charlatanes que, apoyados en el halo de respeto que da la religión hacen buenos dineros de la necesidad de los más vulnerables. Hoy quisiera hablar de aquellas personas de bata blanca que se aprovechan de la situación crítica de muchos africanos para hacer negocios cuando menos “cuestionables” desde el punto de vista ético.


Debido a la pobre y deficiente estructura sanitaria, las familias de los enfermos se ven abocadas a empeñarse. Por desgracia, no es raro ver casos en los que el enfermo muere y, como el hospital no dejará que se lleven el cadáver hasta que se hayan pagado todas las deudas, tendrán que hacer acopio de todos los contactos e incluso poner un anuncio para poder pagar la factura total y poder llevar a cabo el funeral.


Es curioso el trasiego de personal que hay: por un lado, el gran número de personal sanitario y médico que emigra a otros países mejor remunerados... por otro, en estos países desembarcan médicos que, en cuanto tienen la convalidación de sus estudios, abren consultas privadas sobre todo dirigidas a un público cuando menos pudiente: expatriados, extranjeros que trabajan con Naciones Unidas o con Oenegés y por supuesto con la clase alta local. El otro día pude comprobar que si en un hospital normal un análisis de heces o de sangre valía una cierta cantidad, en el laboratorio de un determinado doctor (blanco) el precio simplemente se quintuplicaba y sé de algún caso donde a los enfermos se les obliga a hacer los análisis precisamente en tal lugar, donde les literalmente les sangran para obtener números de leucocitos juntamente con dinero contante y sonante.



Si esto pasa con enfermedades o dolencias más o menos corrientes... ¿qué pasará en casos mucho más complicados como los de enfermos que necesitan tratamiento constante, diabéticos, personas esperando un trasplante o en diálisis, casos de cáncer, o discapacidades físicas o psíquicas? Me imagino para un paciente de estos que no recibe atención adecuada la vida se convierte en un simple corredor de la muerte, donde en la carrera contra el tiempo y contra los elementos, el paciente siempre lleva las de perder. Quizás por eso pongan los enfermos más su confianza en Dios que en ningún humano, por que se ven dejados de la mano del hombre siendo víctimas de un sistema que no funciona y que seguirá sin funcionar mientras no cambien muchas estructuras físicas y mentales.



Dicen que Cuba consiguió un sistema sanitario que ha funcionado eficientemente hasta ahora. Qué pena que aquél sistema no se haya podido imponer en otros países con inmensas necesidades y con grandes taras sanitarias. En África, con el factor añadido de la presencia más masiva de enfermedades como la malaria, el SIDA, la enfermedad del sueño y muchas otras enfermedades “olvidadas”, la sanidad de calidad para todos sigue siendo una galaxia inalcanzable, una utopía tristemente a años-luz del hombre de la calle.



Alberto Eisman

Del blog "En clave de África"
El periodista Digital

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