Friday, July 04, 2008

Álvaro Rodríguez: “El lenguaje con el que la Iglesia habla a los jóvenes no es comprensible

Superior General del Instituto de La Salle
Texto y fotos: Darío Menor) Desde el año 2000, el costarricense Álvaro Rodríguez Echeverría dirige el Instituto de La Salle, la institución que recoge el testigo de la comunidad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas que fundó san Juan Bautista de La Salle hace más de 300 años. Con voz clara y didáctica, Rodríguez Echeverría explica a Vida Nueva los desafíos de esta congregación presente en casi 90 países y se muestra convencido de que el futuro de la Iglesia está en África.
Con La Salle colaboran unos 73.000 laicos. ¿Pueden ellos revitalizar la Iglesia?

Desde hace años empezamos, con mucha fuerza, la colaboración mutua entre laicos y hermanos. No encontramos la palabra justa en español para definir cuál es nuestra relación, ya que “colaborador” indica un cierto desnivel que no se produce. Quisiéramos hallar una palabra que indique que hay una relación con una dimensión horizontal. En realidad, cuando nacimos, hace ya más de 300 años, el fundador tuvo una primera iniciativa, que fue crear un seminario de maestros rurales. De hecho, fue la primera escuela normal en la historia de la educación. No eran Hermanos, porque éstos estaban pensados para vivir en comunidad en las ciudades. Desde el inicio existió ya un atisbo para compartir este carisma con los seglares, pero ha sido sobre todo en los últimos veinte años, después del Concilio, cuando se ha desarrollado. En este tiempo, el motivo primero, aunque no el más importante, ha sido la disminución en el número de los Hermanos y el envejecimiento de ciertos sectores del Instituto. Pero no es la causa principal, que está constituida por la nueva visión del laicado después del Vaticano II, como plenamente responsable de la misión de la Iglesia llamado a la santidad. En segundo lugar, existe una nueva concepción del carisma, que si en un inicio se veía sólo para los Hermanos, hoy entendemos que es un don del espíritu a la Iglesia que no puede quedar reducido a un solo grupo, debe ser abierto ya que se puede vivir desde distintos tipos de vida.

¿Cambia el papel de los laicos según los países?

El mundo laico ha tomado fuerzas y tiene características diferentes en cada región. En las naciones anglófonas se ha desarrollado mucho el voluntariado. Por ejemplo, hoy tenemos en los Estados Unidos a 38 jóvenes voluntarios que han interrumpido sus estudios universitarios para vivir un año de servicio con los pobres. Lo hacen en la Red de Escuelas San Miguel, que son para los inmigrantes hispanos, asiáticos…, y que necesitan una escuela especial porque no se adaptan al sistema americano. Son pequeños centros educativos, con grupos reducidos. Contamos con quince de estas escuelas, que nacieron hace doce años. Son llevadas conjuntamente por Hermanos y voluntarios, que no sólo trabajan codo con codo en la obra, sino que también viven juntos en la comunidad. En otros lugares, como en España, han surgido comunidades de laicos, incluso sin Hermanos. Se trata de parejas o solteros trabajando juntos en alguna obra que viven en comunidad, inspirados por el espíritu lasaliano adaptado a esa nueva experiencia, que todavía está dando sus primeros pasos. Además de estos ejemplos, hay que recordar la importancia del profesorado, donde tenemos a un mayor número de laicos comprometidos. También en este colectivo hay laicos que, después de vivir un proceso, llegan a una promesa de asociación. Hay algunos casos así en Francia, España y algunos países de América Latina. A nivel universal, contamos con un movimiento espiritual, Signum Fidei, que nació en 1976. Son seglares que, después de un tiempo de formación, realizan una promesa de un servicio específico en el campo de la educación cristiana y de una vida inspirada en la espiritualidad lasaliana. Los grupos más fuertes están en Perú y en Filipinas. En este último país están muy comprometidos con los proyectos de los Hermanos mientras que en la nación latinoamericana se han creado obras nuevas.

¿Ha afectado la incorporación de laicos al funcionamiento de La Salle?

Sí, también en las estructuras ha habido ciertos cambios. Antes del último capítulo general hemos tenido una asamblea internacional de la misión educativa lasalista en la que dos tercios eran laicos y un tercio eran Hermanos. El capítulo general asumió lo que ya había tratado la asamblea, de manera que incluso estructuralmente ha habido una mayor participación de los laicos. Además, en cada provincia -nosotros las llamamos distritos- se tiene también la asamblea y un consejo acerca de la misión educativa de La Salle. Así, muchas de las decisiones que antes tomaban en el consejo los Hermanos ahora se toman en esta nueva asamblea en la que participan los seglares.

La disminución de vocaciones afecta a La Salle y a otras muchas congregaciones e institutos de vida consagrada. ¿Qué hacer para que los jóvenes se interesen por la vida religiosa?
Es una prioridad. Ya en el último capítulo general nos referimos a ello. En primer lugar, hay que situar nuestra realidad. Es cierto que en algunas zonas, sobre todo en Europa, Norteamérica y Australia, ha habido una disminución de vocaciones. En otras, sin embargo, nos encontramos con un número significativo de jóvenes vocaciones, como en África. Estamos viviendo un proceso de africanización. Los Hermanos y formadores que están en este continente ya no son misioneros, sino personas autóctonas nacidas en África.

¿Esta africanización se da sólo en La Salle o es general en toda la Iglesia?

No sé si la Iglesia se está africanizando pero, al menos, sí es seguro que África está siendo mucho más importante para la Iglesia que en el pasado. Juan Pablo II ya mostró una gran preocupación por esta zona del mundo. La Iglesia crece en África, donde al mismo tiempo se está produciendo un cambio del modelo misionero que hasta ahora ha predominado hacia otro modelo más autóctono, que va a suponer algún cambio en el proceso de enseñanza del Evangelio. Para la vida religiosa, África presenta dificultades, sobre todo a nivel político, económico, pero es evidente que constituye una de las grandes esperanzas para el futuro de la vida religiosa y de la Iglesia. Lo mismo sucede en algunas zonas de Asia. Para nosotros son especialmente importantes países como Vietnam e India, donde se está dando un buen número de vocaciones.
Vida Nueva

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