Thursday, July 03, 2008

Meditando con los santos y beatos del día: S. TOMAS, APÓSTOL



Hoy 03 de julio, la Iglesia conmemora la traslación de los restos de SANTO TOMS a la ciudad de Edesa (hoy Urfa en Turquía), quien muriera probablemente mártir en el año 72 en Mailipur, cercanías de Madras, en India. Nacido hacia la fecha del nacimiento de Jesucristo, en Galilea, fue su apóstol y, luego de la ascensión, misionero en Persia e India. El Martirologio Romano lo considera entre los Santos de la Iglesia. Es patrono de las Indias Orientales, Portugal, Goa, y del Estado de la Iglesia. Uno de sus dedos se venera en la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén en Roma.


Meditación



"Yo era un pescador en el mar de Galilea. Me llamaban Dídimo. Cierto día conocí al Maestro de Nazaret, y desde ese día, todo cambió en mí vida. Junto a Él aprendí muchas cosas, pero, debo confesar, que a veces me costaba aceptarlas y comprenderlas. Pero me atraía y no me quería separar de Él. Poco antes de que Él fuera tomado prisionero, cuando las relaciones con los escribas y fariseos estaban bastante tirantes, cierto día vinieron a buscarle para que fuese a curar a su amigo Lázaro. Viendo que la situación era bastante riesgosa, los otros discípulos trataron de disuadirle: -"corres el peligro de caer en manos de los enemigos", le decían. Pero a mí esto me parecía una cobardía y, por eso, no me quedé callado: - "Si el Señor va, vayamos también nosotros, y si Él muere, muramos también nosotros con Él". Que curioso! Todos, en lugar de molestarse conmigo, me felicitaron por mi generosidad. Tiempo después, ya en la última cena que tuvimos con el Maestro, Él nos empezó a hablar del retorno a su Padre en términos que yo no le comprendía. Por eso, en cierto momento, yo le interrumpí: "Señor, no sabemos a donde vas, cómo vamos a saber el camino". Tenía necesidad de datos precisos. Quería ver. Algo semejante me ocurrió, después de la resurrección. Cuando la situación estaba muy tensa, fui a ver a los otros discípulos que estaban escondidos y me recibieron con una novedad: - "Tomás, el Señor se nos ha aparecido". A mí me pareció esto tan extraño, que les respondí: - "mientras no lo vea y lo toque no lo creeré". Pero, quien te dice!, pocos días después, el Señor Jesús se apareció nuevamente en medio de nosotros. Yo me quedé mudo. Pero Él mirándome fijamente, me llamó y me dijo: 'Tomás, ven, mete tu dedo en mis llagas y tu mano en mi costado". En ese momento yo caí rendido por la evidencia y por el amor al Señor. No pude sino decir: -"Señor mío y Dios mío". Fue entonces cuando El dijo estas palabras que jamás olvidaré: -"Dichosos los que sin ver creerán".

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