“Preparémonos para acoger con fe al Redentor que viene para estar con nosotros, Palabra de amor de Dios por la humanidad de todos los tiempos”.
El Papa invitó el domingo durante el Ángelus a dar el propio “sí” obediente al Señor. En el último domingo de Adviento, estamos invitados a observar el misterio inefable que María ha conservado durante nueve meses en su vientre virginal: el misterio de Dios que se hace hombre.
Un misterio de salvación -dijo- que además de la histórica, tiene una dimensión “cósmica”. Cristo “es el sol de gracia, que con su luz, transfigura y enciende al universo que espera”. El Papa subrayó la conexión entre la astronomía y el tiempo de oración y recordó cómo la Plaza de San Pedro es también un meridiano. “El gran obelisco proyecta su sombra sobre una línea que se delinea en el empedrado y que prosigue hasta la fuente situada bajo ésta ventana, y precisamente en estos días es cuando la sombra es más larga”.
El hecho de que precisamente el 21 de diciembre sea el solsticio de invierno, ofreció lla oportunidad al Santo Padre de saludar a todos aquellos que participan en el año mundial de la Astronomía 2009, que recuerda el cuarto centenario de las primeras observaciones de Galileo Galilei al telescopio.
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