Monday, December 22, 2008

Hoy es 22 de diciembre: Los caminos de María por Ángel Moreno de Buenafuente


La Palabra de Dios siempre sorprende y, en tantos momentos, produce un fuerte contraste con nuestra manera de pensar y de actuar.
Cuando nos acercamos a la Nochebuena, y nos parece que todo debiera llamar al recogimiento silencioso, la Liturgia de la Palabra de este día nos trae el canto del Magnificat y con ello el recuerdo del camino que realizó María de Nazaret hasta Ain Karen, en las montañas de Judea, para visitar y ayudar a su prima Isabel, que también estaba embarazada. Allí permaneció tres meses.

Belén, Campo de los pastores Si sumamos el tiempo que trascurre desde el anuncio del Ángel a María en Nazaret al día del nacimiento de Jesús, quizá nos desconcierte tanto movimiento. Los preparativos del viaje a Judea, 130 Kms de distancia, la estancia en casa de Isabel y de Zacaría, el retorno a Nazaret, el desarrollo de las relaciones con José, el esposo de María, hasta vivir juntos, la vuelta a Judea, a Belén, por motivos del censo, con otros 130 Kms. de distancia. Si además observamos las palabras del relato, que aseguran la prontitud de María subiendo a la montaña, donde proclamó el Magnificat. Ttodas las circunstancias nos demuestran una forma de actuar distinta, a la que nosotros podríamos haber aconsejado a una joven primeriza.
María sale a acompañar a su prima Isabel, canta las maravillas del Señor, vuelve a Nazaret, se expone por los caminos, se olvida de sí, va llena de gracia y de presencia de Dios, le anima la fuerza del Espíritu Santo, se entrega sin pausa a la voluntad divina, en obediencia a la sugerencia del Ángel.
Cuando nos disponemos en nuestro ambiente familiar a preparar la celebración de las Pascuas navideñas, María nos indica la forma de celebrar la mayor noticia: De forma solidaria, cantando a nuestro Salvador, dispuestos a salir de nosotros mismos y a hacer de nuestros caminos el mejor anuncio de “Dios con nosotros”.
Como Ana, la madre de Samuel, como Isabel y como María, deberemos hacer memoria y cantar nuestro Magnificat, el himno por el que reconocemos las maravillas que Dios ha hecho a lo largo de la Historia de Salvación, y las que ha hecho en nosotros, en nuestro entorno.
Deberemos vencer las malas noticias, y hacernos pregoneros de la mejor buena nueva, que nos permite cantar, encontrarnos con los amigos, gustar el gozo de la fe compartida, como lo hicieron aquellas mujeres benditas.
Ecclesia

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