Un Dios que se hace carne y sangre, lágrima y risa, herida y huella. Un Dios que se asoma a lo chiquito y, al entrar en ello, lo hace grande (sin dejar de ser pequeño).
Un Dios que nos viene al encuentro, porque sabe que si no estamos un poco perdidos, tanteando, como a ciegas. Un Dios que entra en tu vida, en mi vida, como hombre, amigo, maestro, palabra. ¿Dónde está? Alrededor. Mira bien…
Jesuitas de Castilla
No comments:
Post a Comment