JESÚS, ESE RADICAL
Por José María Maruri, SJ
1.- El evangelio de hoy nos habla de la radicalidad ante el mensaje del Señor. Su buena nueva. Nos dice que no es dejar sino encontrar y que es encontrar algo mucho mejor que todo lo que tenemos. Y se pregunta uno si en nuestra vida cristiana no tenemos más bien la sensación de que nos pide mucho y todavía estamos por encontrar algo que merezca la pena.
Si no tenemos la sensación de los indios de América, que cambiaban cadenas de oro por preciosas bolitas de vidrio de colores, que nos encandilan tanto los colorines de las cosas de cada día, que no nos importan nada que nos despojen de los lo únicos importante.
O cuando más conscientes somos si no pretendemos quedarnos con ambas cosas el oro y las bolitas de cristal, mas encandilados por éstas que por el oro.
2.- El ser radicales no está de moda. La acomodación a todos y a todo es lo que priva. Ni en política queremos que nos tengan por radicales para que nos llamen de la derechona o de la izquierdona, claro. Estamos en la hora de los plásticos, acomodables a todas las formas. Somos plastilina en manos de los demás, que nos den la forma que otros quieren, no la que queremos nosotros. O mejor, la que Dios quisiera.
3.- Pues tenemos que pensárnoslo muy bien, porque las frases de Jesús no dejan lugar a duda
--el que no está conmigo está contra mí.
--el que quiera seguirme que tome su cruz
--el que ama más a los suyos que a Mí no es digno de Mi.
---no se puede servir a Dios y al dinero.
--amaos los unos a los otros como yo os he amado, hasta la muerte.
Jesús no conocía los plásticos: “No he venido a poner paz sino guerra” Y tal vez una de sus palabras más exigentes es aquel aviso de que antes de edificar en cristiano pensemos bien si podemos acabar, porque si no seremos el hazmerreír de todos.
Jesús sabe que ofrece el tesoro escondido, que no ofrece bolitas de cristal en colores y nos anima a dar todas esas cuentas de colorines por el único tesoro.
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