Friday, May 18, 2012

600 escalones



Para ir a casa hay que subir seiscientos escalones. Los mismos que para ir al colegio. Para ir a por pan, nos aguardan seiscientos peldaños de escalera. Para coger un autobús hay que bajar seiscientos escalones. Para entrar o salir de La Morán, hay que transitar por esos seiscientos escalones. Para construir la paz entre las rendijas de la desesperanza, hay que subir y bajar seiscientos escalones. Y eso es lo que hacen las Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza en esta barriada suburbial, humana y demasiado peligrosa de Caracas, levantada con chapas, maderas y uralitas en la capital venezolana. No hay avenidas, ni calles, ni aceras. Para entrar y moverse en el barrio, solo hay escalones.
Allí, en lo alto, estas religiosas tienen una misión, a pesar de que les advirtieron de que no fueran. Allí, en las laderas invadidas por gente con dificultades para vivir, antes de la llegada de las religiosas solo había una gran cruz de hierro como única forma de presencia de Cristo entre los más pobres, entre la droga, entre las bandas juveniles… Y la comunidad quiso que esa cruz tuviera vida. Y decidieron quedarse.
Nosotros subimos y bajamos; pero no nos quedamos. Nosotros solo nos limitamos a contar lo que vemos. Pero las que obran el cambio son personas como la Hna. Trinidad, la superiora de la comunidad, que una vez que subió seiscientos escalones, ya sabía que se quedaría allí para siempre.
Javier Fariñas
En 20 líneas
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