El apoyo de Benedicto XVI a los prelados estadounidenses recibidos en audiencia. El Pontífice agradeció a las monjas estadounidenses: «Rezo por ellas».
ALESSANDRO SPECIALECIUDAD DEL VATICANO
Apoyo a los obispos por su compromiso a favor de una reforma de las leyes de inmigración, pero también agradecimiento renovado a las monjas, a pesar de la intervención querida por al Congregación para la Doctrina de la Fe, y otra vez la alarma por las amenazas que podría recibir la Iglesia estadounidense en esta difícil «época»: en el último de sus cinco discursos (aquí, aquí, aquí y aquí los enlaces a los anteriores) dirigidos a los obispos del otro lado del océano que estuvieron en Roma en los últimos seis meses por sus visitas ad limina, el papa Benedicto XVI quiso tocar tres temas «calientes».
Dos de estos —la reforma de la inmigración y las «amenazas» a la libertad religiosa— están destinados a jugar un papel importante en la campaña electoral para las elecciones presidenciales de noviembre próximo. Ningún comentario directo, en cambio, quiso hacer el papa Ratzinger sobre la cuestión del casamiento entre personas homosexuales, a pesar de la apertura del presidente Barack Obama, expresada en estas últimas semanas.
El Pontífice recibió esta mañana en audiencia a los 15 prelados de rito oriental de Estados Unidos. Frente a ellos —y a los demás obispos recibidos en las últimas semanas—, quiso, en primer lugar, elogiar los «esfuerzos incesantes» de la Iglesia estadounidense frente al fenómeno de la inmigración. «La comunidad católica en Estados Unidos —dijo— continúa recibiendo con gran generosidad a oleadas de nuevos inmigrantes».
Pero, sobre todo, los obispos de Estados Unidos se esforzaron con un «compromiso persistente» por la «reforma» de las leyes de inmigración en vigor en Estados Unidos. Un proyecto que estuvo en la agenda de gobierno tanto de George W. Bush como de Barack Obama, pero que ninguno de los dos pudo llevar a término.
El papa Ratzinger recordó que se trata de «una cuestión difícil y compleja» desde el punto de vista civil y político, social y económico, pero, «sobre todo, humano». Y es también un tema que la Iglesia siente particularmente, ya que se trata de garantizar «un tratamiento justo y la defensa de la dignidad humana» de los inmigrantes.
Benedicto XVI recordó que fueron los inmigrantes quienes dieron un rostro particular a Estados Unidos, y cada vez más, también a la Iglesia católica del país, «llamada a abrazar, incorporar y cultivar el rico patrimonio de fe y cultura presente en muchos grupos de inmigrantes en Estados Unidos», en particular, hispanos, asiáticos y africanos. De aquí el llamado a una «comunión» que vaya más allá «del simple respeto de la diversidad lingüística».
Se trata de un desafío decisivo para el futuro, porque el patrimonio y las energías de una nueva generación de católicos serán indispensables para «la renovación de la vida de la Iglesia y la reconstrucción del tejido social estadounidense», contra «las fuerzas de disgregación dentro de la Iglesia, que representan un obstáculo cada vez más grave para su misión en Estados Unidos».
El Papa también invitó a los obispos estadounidenses a estar «particularmente cerca de los hombres y las mujeres» de las Iglesias locales que se esfuerzan por seguir a Cristo cada vez más «perfecta y generosamente», abrazando los consejos evangélicos. En particular, Benedicto XVI reafirmó su «profunda gratitud por el ejemplo de fidelidad y abnegación» demostrado por muchas mujeres consagradas, e invitó a apoyarlas en la oración, para que «este momento de discernimiento traiga frutos espirituales abundantes para la revitalización y el fortalecimiento de su comunidad».
La referencia, si bien implícita, era naturalmente a la investigación que pesa sobre las monjas estadounidenses, finalizada en las últimas semanas por la Congregación para la Doctrina de la Fe, que causó sensación y protestasvivaces.
Por último, el Papa puso en guarda con respecto al «progresivo debilitamiento» de los valores tradicionales cristianos y —con referencia velada a la lucha de los obispos estadounidenses contra Obama en defensa de la «libertad religiosa»— a la «amenaza de una época en la que nuestra fidelidad al Evangelio puede costarnos cara». Para responder, el papa Ratzinger recordó que la verdad de Cristo no debe ser solo comprendida, articulada y defendida, sino «propuesta con alegría y confianza como la clave de la auténtica realización humana y del bienestar de la sociedad en su conjunto».
Vatican Insider
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