Friday, May 04, 2012

¡Imaginación al poder!, tarea de las ONG



JUAN RUBIO, director de Vida Nueva | Decir que la Iglesia no habla lo suficiente en esta época de crisis económica, no es del todo cierto. La voz de muchos colectivos eclesiales, y de pastores en particular, es una prueba de ello. Es verdad que desde la Conferencia Episcopal, reunida hace unos días en su Asamblea Plenaria, se echa de menos un posicionamiento conjunto más claro y un documento que analice el fenómeno y ofrezca luz y aliento ante la deriva a la que está llevando esta crisis, con escasos visos de salida a corto plazo.
En la última reunión de los obispos, aunque no estuviera en el orden del día, se ha dado un paso importante para elaborar un documento amplio, significativo y fundamentado, que podría llevarse para su aprobación a la reunión de noviembre, coincidiendo con la C Asamblea Plenaria, y que iría más allá de la condolencia ante la situación de amargura en la que vive la población.
Los pastores no han eludido el problema, como no lo hacen los ciudadanos en sus conversaciones. Se han visto desbordados por él. La crisis está tocando el alma del pueblo.
Hay colectivos eclesiales que sí lo han abordado. Y lo han hecho con fuerza, claridad y contundencia, con no pocos quebraderos de cabeza, aprovechando la celebración del Primero de Mayo.
El dato ofrecido por la Delegación de Pastoral Obrera del Arzobispado de Sevilla, como botón de muestra, es escalofriante: “En la provincia hay 245.456 parados, casi el 30% de la población activa, y 81.000 familias sevillanas tienen a todos sus miembros en paro”.
La HOAC, JOC y MTC han hecho lo propio con su comunicado "Mirar la realidad con esperanza" , proponiendo medidas concretas que promuevan caminos que vayan desde la austeridad personal hasta la puesta en marcha de iniciativas solidarias, sin dejar a un lado la denuncia profética y las líneas marcadas por la rica Doctrina Social de la Iglesia.
Un recorrido por las cartas pastorales de los obispos españoles en este último año son una muestra de la cercanía de la Iglesia a una realidad que está tocando las fibras más profundas de la sociedad: ancianos, inmigrantes, jóvenes, enfermos… que sufren de forma cruda esta nueva cara de la pobreza.
Es la hora de las ONG, que han de dar el paso a un profundo proceso de renovación y transparencia. Pendientes en exceso de las ayudas que les llegaban de las administraciones, se han visto acorraladas cuando se les ha cortado el grifo.
Ha pasado el tiempo en el que llegaba el dinero a manos llenas. Es el momento de captar personas que vayan más allá del pago de la cuota, que despierten la imaginación y que se formen adecuadamente para rentabilizar los escasos recursos. Ha llegado la hora de la caridad efectiva, no solo afectiva.
Las noticias que se conocen sobre los recortes de ayudas al desarrollo no son alegres. La Coordinadora de ONG para el Desarrollo ya ha alertado del peligro de la caída de un 45% de las ayudas. Hay que diversificar la procedencia de los recursos, diseñar propuestas que convenzan, flexibilizar las cuotas e impulsar donaciones para proyectos concretos.
En la Iglesia hay un gesto más al que se debiera acudir. Juan Pablo II sugirió en la Centesimus annus que, si hiciera falta, se enajenaran ciertos bienes para dar de comer al hambriento. No es un ilusionismo trasnochado. Es propuesta en boca del Papa, como tantas otras ante las que nos aferramos con vehemencia.
Vida Nueva

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