Aunque creemos que ATRIO fue el primer medio que publicó en España, en 2001, las acusaciones contra Maciel, hace tiempo que ya no hablamos de la Legión de Cristo. Hoy hemos recibido un comentario de Pablo Argüelles a la reciente noticia sobre la descubierta paternidad del sacerdote legionario más conocido en EE.UU. por sus intervenciones en televisión, siempre ultraconservadoras y rigosistas en moral . (Ver en El País). Pablo plantea dos cuestiones sobre esta cuestión: ¿qué procedimiento usa la Iglesia en estos casos (en que no parece que prime la obligación con el hijo y su madrte) y por qué la Legión se ha portado con más dureza con este sacerdote que con otros que han cometido crímenes de abusos a menores?
Es triste saber de una noticia como ésta.
El que un sacerdote católico se vea en una situación similar es algo cada vez más frecuente y se vuelve noticia “cotidiana”.
La Iglesia cupular permanece sin querer afrontar la realidad de las cosas. Ni establece un procedimiento determinado ante estos casos, como se menciona arriba, ni se atreve a pronunciarse por una apertura a la opcionalidad del celibato. Miedos, conservadurismo, apego a débiles fundamentos teológicos, tradiciones, una fuerte misoginia de facto, conducen a mantener la situación de estos sacerdotes, en secreto, en tabú y en la práctica, en el sostenimiento de una doble moral y un comportamiento ambiguo, donde no es posible mantener ni lo sagrado ni lo profano, donde no son ni para Dios, ni para el mundo.
Pero más triste e indignante es la manera de proceder de la institución legionaria, que desde siempre y en particular en las últimas décadas, se ha empeñado en mantenerse en la reserva y ocultamiento de los crímenes, abusos, e irregularidades, ocurridos a su interior, pero que afectan a la Iglesia y a la sociedad toda, en la que ésta institución se encuentra inmersa y en la cual inciden directamente sus acciones en diferentes sentidos. Esta visto, que solo ha habido una posibilidad de apertura y de reconocimiento de los hechos, a golpe de denuncia mediática y de provocación de escándalo. Esa ha sido la única manera, la presión, en que la Legión, se ha visto obligada a ventilar la podredumbre moral y humana, que se vierte a su interior y exterior, fruto de la precipitada idea de un falso profeta, empeñado en obtener frutos y resultados, pero sin brindarle a su obra, el carisma - que a día de hoy, sigue sin ser definido- , y la capacidad de adecuarse al ritmo de los tiempos en lo que atañe a disciplina y autoridad.
No extraña pero resulta ofensivo el que en éstos días se afanen en emitir comunicados como el referido al sacerdote Williams, quien, si se quiere, tuvo la debilidad de cometer un error humano, no un crimen, y no hayan tenido la capacidad en ocasiones anteriores de emitir expresiones de esa naturaleza ante los probados crímenes del fundador y mucho menos ante las evidencias de varias denuncias que se ventilan en el presente contra diversos sacerdotes y religiosos de la congregación acusados de abusar sexualmente de menores y que a la fecha permanecen, que se sepa, en activo.
Vaya esta expresión de indignación y hastío acompañada de una oración ferviente, por mantener la esperanza de que en algún momento, se reconozca la necesidad de reparar el daño provocado, no con bienes materiales, sino con la mejor intención de hacer el bien, entendido como la fidelidad y aplicación de los actos hacia la verdad y la justicia, y en este sentido, reflexionar sobre la inminente necesidad de cambiar las cosas: DISOLVER, aquello que está podrido y perdido y permitir a quienes desde dentro se mantienen en la consciencia de su misión y vocación, el poder realizarse en un camino de libertad, apego y fidelidad a la Iglesia a la que un día también se consagraron más que a la institución que a todas luces los ha defraudado y los continua defraudando un día sí y otro también.
Pablo Argüelles
Atrio
Ver artículo en el diario El País
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