Wednesday, May 23, 2012

Meditando con los santos y beatos del día: S. JUAN BAUTISTA ROSSI



Hoy, 23 de mayo, la Iglesia llena de alegría conmemora el nacimiento para el cielo de SAN JUAN BAUTISTA ROSSI, en el aniversario de su santa muerte ocurrida en un día como hoy de 1764, en Roma. Nacido en 1698 en Voltaggio, diócesis de Génova, Italia, fue sacerdote secular. En el año 1881 el Papa León XIII le proclamó Santo. Es modelo de apóstol. Sus restos se veneran en la Iglesia de Santa Trinidad de los Peregrinos, en Roma.
Unidos pues a todos los sacerdotes seculares, brindemos nuestro vivo aplauso a San Juan Bautista Rossi.
  
Meditación
QUERIDO JUAN BAUTISTA: recordar tu vida es ver al apóstol que durante cuarenta años desempeñó con sencillez y humildad su labor parroquial. El recuerdo de tu vida va unido a uno de los lugares más frecuentados de Roma por los turistas: la Basílica de Santa María en Cosmedín. Allí, en la entrada, encontramos una escultura de piedra representando un rostro con la boca abierta. La tradición jocosamente atribuye que esta boca muerde la mano de los mentirosos. Muchos turistas posan para fotografías con la mano en la boca, demostrando así de no ser mentirosos. Pero muchos no saben que justamente en esta misma basílica tú durante largos años ejercitaste tu ministerio pastoral. Tu vida fue la de un cura normal, como hay tantos en Roma. Sin brillo ni ruido. Predicabas, confesabas, atendías a los necesitados. Visitabas con gran cariño las cárceles y hospitales. Tu corazón tenía un lugar especial para los muchos campesinos que venían a los mercados de Roma. Allí te encontrabas con ellos para conversar, atenderlos en sus necesidades, ayudarlos en su vida cristiana. Les ayudabas espiritualmente, porque materialmente no tenías ni un céntimo. También se te veía por los antiguos foros romanos, en medio de la gente. Lo interesante es que nadie sospechaba que convivían con un santo. Así son los santos de verdad. Parecía que esto no era suficiente para pasar a la historia. Pero hiciste lo que Dios te pedía hacer, de acuerdo a tus capacidades. A tu muerte, todo tu patrimonio se reducía a unas cuantas monedas. Ni la cama donde dormías era tuya. Hermoso verlo, difícil vivirlo. El hospital de la Trinidad se hizo cargo de los gastos del entierro y la Misa de funeral fue de pontifical, con la asistencia de muchos sacerdotes. Solo así al final, ya sin vida, empezaste el camino de triunfo que terminó en los altares.

Radio vaticano

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