Según la Unesco, la Basílica será el primer “patrimonio de la humanidad” de Palestina. Pero Israel y los Estados Unidos consideran ilegítima la presencia de la Autoridad de Ramallah en el órgano cultural de la Onu
GIORGIO BERNARDELLIROMA
Una tormenta diplomática está por caer sobre el techo (de por sí en mal estado) de la Basílica de la Natividad de Belén. La Unesco indicó que durante la próxima sesión del Comité sobre los sitios patrimonio de la humanidad (del 24 de junio al 6 de julio en San Petesburgo) examinará en calidad de «urgente» la petición de admisión del «lugar del nacimiento de Jesús, la Iglesia de la Natividad y la calle de los peregrinos de Belén». Si (como es previsible) se acepta la petición, este santuario cristiano se convertirá en el primero del “patrimonio de la humanidad” de Palestina. A diferencia de lo que sucede en la Onu, en la Unesco la Autoridad con sede en Ramallah fue reconocida como estado en octubre del año pasado.
Que la basílica de la Natividad es un patrimonio de la humanidad no está a discusión: se trata de una de las primeras tres iglesias que en el siglo IV construyó el emperador Constantino en los lugares más importantes de la vida de Jesús. Y la que todavía en nuestros días siguen visitando los peregrinos en Belén es la versión bizantina que ordenó Justiniano en el siglo VI. Se trata del edificio cristiano más antiguo de los que se encuentran en la Tierra Santa. El verdadero problema es político. Israel considera ilegítima la presencia de Palestina en la Unesco. Los Estados Unidos están de su parte, tanto que congelaron como protesta su aporte al presupuesto del órgano cultural de la Onu. Con el reconocimiento de la Basílica de la Natividad como sitio propio, Palestina podría recabar una victoria en la contienda; además, la libertad de acceso a este «patrimonio de la humanidad» podría convertirse en un elemento importante contra Israel sobre cuestiones como los “check points” o el muro de Belén.
Sin embargo, por estos mismos motivos, los cristianos muestran menos entusiasmo de lo que se podría pensar en relación con esta decisión. Temiendo instrumentalizaciones, el Custodio de la Tierra Santa, el padre Pierbattista Pizzaballa, pidió que el reconocimiento fuera para la ciudad de Belén en su conjunto y no solo para la Basílica. Su intención era la de subrayar el valor espiritual y supernacional de este y de otros lugares santos. Pero en relidad la intención es la de evitar que las luchas políticas retrasen todavía m’as los trabajos para restaurar el techo de la Basílica: cada vez que llueve, de hecho, entra mucha agua y podría crear daños irreparables en este lugar tan importante.
Vatican Insider
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