En el encuentro con los religiosos y las religiosas en la Catedral de Milán, Benedicto XVI ha recordado: la virginidad es el signo de la entrega total a Dios
ANDREA TORNIELLIMILÁN
Es uno de los temas recurrentes en el mundo clerical: ¿La respuesta a la falta de sacerdotes, al descenso de vocaciones, hay que responder aboliendo la obligación del celibato sacerdotal? El Papa Ratzinger, desde la Catedral de Milán, donde esta mañana dio inicio a la segunda jornada de la visita, ha corroborado el valor del celibato de la virginidad consagrada, que a algunos movimientos de disentimiento -como por ejemplo la Pfarrer-Iniziative de los párrocos austriacos- les gustaría poner en discusión.
Recibido en una catedral llena de monjas, religiosas y sacerdotes, con la presencia numerosos cardenales llegados a Milán en las últimas horas desde diversos países del mundo, Benedicto XVI ha rezado la Ora Tercia según la liturgia ambrosiana. En su saludo inicial, el cardenal Angelo Scola ha recordado el compromiso de la nueva evangelización y ha dicho que en los primeros meses de su episcopado ambrosiano ha sabido ya de decenas y decenas de ejemplos de santidad en el clero de su diócesis.
En su homilía, el Papa ha dicho que «la oración cotidiana de la Liturgia de las Horas, constituye un deber esencial» para los sacerdotes, prolongando el misterio eucarístico. Benedicto XVI luego ha indicado, con palabras del Concilio, el principio y la fuente de la unidad de la vida de los sacerdotes. «No hay oposición entre el bien de la persona del sacerdote –ha dicho el papa- y su misión; al contrario, la caridad pastoral es elemento unificador de vida que parte de una relación cada vez más íntima con Cristo en la oración para vivir la entrega total de sí mismos por el rebaño».
La «señal luminosa de esta caridad pastoral y de un corazón indiviso –ha continuado Ratzinger- son el celibato sacerdotal y la virginidad consagrada». El amor de Jesús, ha añadido «adquiere un significado singular para el sacerdote célibe y para quien ha respondido a la vocación por la vida consagrada: solo y continuamente en Cristo se encuentra la fuente y el modelo para repetir diariamente el "sí" a la voluntad de Dios».
Antes de la conclusión de la oración con una visita a la cripta de la Catedral, el Papa ha querido recordar «las largas filas de sacerdotes ambrosianos, de religiosos y religiosas que han gastado sus energías al servicio del Evangelio, llegando incluso al supremo sacrifico de la vida», como los beatos sacerdotes Luigi Talamoni, Luigi Biraghi, Luigi Monza, Carlo Gnochi, Serafino Morazzone; los Beatos religiosos Giovanni Mazzucconi, Luigi Monti y Clemente Vismara; y las religiosas Maria Anna Sala y Enriquetta Alfieri.
Vatican Insider
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